viernes, 10 de octubre de 2025

Lordi, unos monstruos vienen a vernos desde Finlandia

 Hay lugares en el mundo que tienen la particularidad de perfeccionar un movimiento que llegó a sus tierras desde otra zona. El fútbol, por ejemplo, naciera o no en China, se convierte en un deporte en Gran Bretaña para transformarse en arte en Sudamérica. Algo parecido le ocurre al rock, surgido en los Estados Unidos pero con una denominación de origen muy singular en los países nórdicos, particularmente en Suecia, Noruega y Finlandia.

Son estos tres países los que han hecho del rock una bandera, y de esa bandera un abanico muy amplio en el que entran muchos estilos musicales distintos, desde el pop-rock de Abba, Roxette, o A-ha, capaz de triunfar en cualquier rincón del mundo, a etiquetas más metaleras y ambiguas, con ese mismo resultado, porque Nightwish, Turbonegro o Europe también tomaron el mundo, a su manera y con sus armas.

Los tres países son habituales referentes en el festival de Eurovisión, siendo Suecia el país que más veces ha conquistado el galardón, con Noruega en un digno quinto lugar con tres victorias y Finlandia con un único triunfo, pese a ser una delegación que envía artistas consagrados al certamen.

Porque, al contrario que otros países, más dadas a participar últimamente en este concurso musical con artistas o grupos noveles, Finlandia se ha atrevido a contar con Nightwish, aunque se quedaran en las semifinales de su país en 2000, y otros artistas consagrados como Blind Channel, The Rasmus o Lordi, quienes lograron el primer y único triunfo finés en toda su historia en 2006.


Lordi + Blood White en la Sala Revi Live de Vicálvaro (Madrid), 10 de octubre de 2025

Los alemanes Blood White fueron los encargados de calentar el ambiente. Es una banda que puede recordar, tanto musicalmente como estéticamente, a Slipknot o Rammstein, con los que comparten nacionalidad, todo ello con una etiqueta de vestimenta muy clara: ir completamente de blanco, también los instrumentos e incluso el micrófono.

Con ese aspecto de científicos locos, médicos salidos de un psiquiátrico o pacientes agresivos, como si fuera un Halloween adelantado de fecha, interpretaron algunos de sus temas más famosos como Don't Blame Me, Guns And Fear o Run Or Die

Blood White, Madrid

La carrera musical de Lordi, cuyo nombre viene del nombre artístico de su cantante, es tan amplia como desconocida. Fundados en 1992 y con una decena de discos de estudio, no fue hasta el triunfo de Eurovision en 2006 cuando su nombre cruzó las fronteras de las frías tierras del norte. 

Eran las 20:10 cuando el quinteto salía a las calientes tierras del sur con su habitual estética monstruosa, que cambian con cada álbum, y los cuales parecen un homenaje al cine de terror de serie B o a clásicos del rock que usaron la teatralidad y el maquillaje en la puesta en escena, como W.A.S.P., Twisted Sister o KISS.

También a estos tres grupos debe mucho musicalmente y es que, a pesar de su aterradora presencia, el resultado es más calmado de lo que uno piensa. Máxime si el primer tema con el que arrancaron el concierto era un melódico Legends Are Made Of Clichés, cuyas notas de teclado de Hella invitaban a mover el esqueleto ante estas grotescas majestades, cuya verdadera identidad no ha sido revelada, a excepción de su cantante.

Girls Go Chopping tiene guiños a Rob Zombie, a quien le encaja también este ambiente demoníaco y de mazmorras, y Who's Your Daddy afilaba la guitarra de Kone y el bajo de Hiisi en este aquelarre orquestado donde los solos de teclado, batería o guitarra eran complementos que sumaban, como las graciosas conversaciones de Lordi con el público, chapurreando español y mostrando sus conocimientos sobre anatomía, o esos espectáculos de magia que encajan tan bien con el grupo.

Porque no solo es un concierto de rock, es también un baile de máscaras, un homenaje al cine de terror, un guiño a las ferias y a los números de circo, trucos que se ven que son trucos pero que gustan porque entretienen y son artesanales, como un tren de la bruja sin bruja, como si fuera un tren fantasma sin vagones. porque si algo tiene Lordi es que es entretenimiento puro y duro. 

Los temas seguían sonando: Beast Of Both Worlds recuerda mucho a Megadeth o Metallica y puede levantar de su tumba a cualquier muerto. Los estribillos son otra de las armas de Lordi, muy directos y simples, como con Girl In Suitcase, con esos coros acompañando a los teclados dentro de una actuación teatral y macabra del señor con lleva una persona descuartizada en su maletín.

Hablando de sintetizadores, Syntax Terror es otro corte donde los teclados son claves. Era ya la mitad del show y Call Off The Wedding ponía el contrapunto con ese aire de romance tétrico y de balada desde el más allá, seguro que Tim Burton podría acompañar la melodía con ingeniosos personajes. 

La Sala Revi Live, muy coqueta y con un amplio escenario, a estas alturas ya parecía una casa encantada, como en el videoclip de Hellizabeth, perteneciente a su reciente disco 'Limited Deadition' (2025), principal razón por la que estos monstruos han decidido realizar una nueva gira.

Blood Red Sandman, con un videoclip que es casi un cortometraje de terror en sí -y también en tributo a la película Evil Dead-, Devil Is A Loser y Would You Love a Monsterman? ponían a prueba la característica voz ronca de Mr. Lordi y las numerosas gargantas que le seguían. El tiempo volaba porque cuando uno se lo pasa bien, las manecillas van a otra velocidad. Volaba tanto que hasta Mr. Lordi había mostrado sus alas de ángel caído.

Lordi, alas, wings, live, Madrid,

El concierto no podía terminar de otro modo, imaginando que fuera de nuevo 2006 y Vicálvaro esté en Atenas, y se estuviera celebrando la edición de Eurovisión en la que el Viejo Continente premió a Finlandia con el máximo de puntos. El Hard Rock Hallelujah sonaba atronador, un tema que bebe mucho de Kiss y que sirve para que nuestros monstruos favoritos del rock vuelvan a conquistar Europa. ¡Aleluya!

sábado, 27 de septiembre de 2025

Tardes de diversión con Simple Plan; noches de punk con Offspring

 La vida ya es suficientemente complicada como para complicarla más, por eso hay que buscar válvulas de escape donde dar rienda suelta al entretenimiento. Un concierto es un plan muy entretenido. Un concierto de música punk es un plan muy entretenido.

Simple Plan y The Offspring no son música punk al uso. Rabia, crítica social y rebeldía en las letras; cadenas al cuello, crestas y chupas de cuero: definiciones que encajan en los grupos punk ingleses, y no tanto en las formaciones estadounidenses herederas del hardcore californiano.

El sol, la playa, el buen tiempo, el surf y los monopatines iluminaron a estas formaciones surgidas bajo el paraguas, sombrilla en este caso, de los Black Flag y Bad Religion, cuyo sello discográfico Epitaph apadrinó a muchos de ellos, incluyendo a The Offspring, quienes lograron vender hasta 11 millones de copias de su álbum 'Smash', lo que le convierte en el disco más vendido de la historia por un sello discográfico independiente.

Offspring y Simple Plan son etiquetados como punk, aunque se diferencian en varios matices. Los norteamericanos de Offspring llevan mezclando desde la década de los 90 algo de pop, y mucho más de rock y punk para crear melodías pegadizas, mientras que los canadienses Simple Plan partieron a principio del milenio de un pop con guiños punk para crear la misma fórmula musical. Música enérgica, con mucha vitalidad; sencilla, pero atractiva.


Simple Plan y The Offspring en el Palacio de Vistalegre de Madrid, 26 de septiembre de 2025

El Palacio Vistalegre está en el corazón de Carabanchel, un distrito que siempre ha sonado a rock, metal y ahora a punk en este primera tarde de viernes otoñal del año. El ambiente era festivo y juvenil, como si fuera una final de Copa del Rey en una cancha neutral, con público tanto de Simple Plan como The Offspring, y también de ambos, así lo atestiguaban las camisetas.

Dicen que la ropa negra adelgaza, que quitarse la barba rejuvenece. También habría que incluir a Simple Plan y The Offspring como método 'antiaging', mucho más natural y barato, con recuerdos incluidos en una cinta TDK o VHS que van quitando años y añadiendo alegrías. Son dos de los referentes musicales de la ola de punk popular norteamericana de finales y principios de siglo. De ahí que el interés fuera notable. Sobresaliente, incluso.

Los canadienses de Simple Plan hicieron un show digno de cabeza de cartel. Bien estructurado, directo, con grandes temas, además de un abrumador juego de luces y pirotecnia. Como si fuera un entrenador que usa su once de gala y tres cambios: 14 temas a los que solo faltó su maravillosa balada Untitled.

I'do Anything, Shut Up!, haciendo gritar a todos, Jump, provocando que el suelo de la Plaza de Toros fuera improvisada colchoneta gigantesca para saltar. La pena es que la pista y la grada todavía no mostraban su poderío. Es una lástima que la puntualidad, las obligaciones y las últimas cañas hagan estos feos a los artistas que ejercen de teloneros.

Las letras de las canciones de Simple Plan hacen honor a su nombre. Más que simples, son sencillas pero tratando temas complejos. No se complican la vida con temas existenciales o profundos, pero sí mundanos y no por ello no dejan de tener mensaje o un propósito, porque la vida es compleja, y más desde una perspectiva juvenil. De hecho, con su videoclip Untitled trataron de concienciar de las consecuencias del alcohol al volante, con unas imágenes muy cinematográficas, dramáticas y directas.

Lo nuevo no tiene por qué ser malo, y lo antiguo no tiene por qué ser bueno. Nothing Changes es la demostración. Es el tema más reciente y es tan fiel a lo que han hecho hasta ahora, que sirve como repaso a su carrera no solo en imágenes, sino también en melodía,

Welcome To My Life se convertía en una solo voz y Thank You disparaba las pulsaciones. No podía faltar el guiño a Scooby Doo, algo habitual en la trayectoria del grupo, quienes han aparecido en la BSO y son vinculados desde hace mucho con la serie animada.

 Where I Belong. I'm Just A Kid, solo que ahora son adultos que 23 años después se resisten a envejecer, aliándose con Peter Pan en la cruzada contra el paso del tiempo, y Perfect, coronaban un concierto casi perfecto, porque la perfección es complicada de lograr, especialmente si no tocan Untitled.

The Offspring ha preparado el mejor entretiempo, o intermedio, que uno recuerda para una gira. Muy americano, sí; y muy entretenido también. La Kiss Cam, y todas las versiones de cámara que se puede imaginar: otra para insultar, otra para mover el culo... El tiempo pasaba volando y casi se olvidaba de la espera.

Y, como si tuvieran prisa, el grupo estadounidense salió con lo mejor al ruedo: Come Out And Play, All I Want y Want You Bad. El reloj regresaba a finales de los 90. Y Carabanchel era California, con un público venido de varias hermandades a su baile de fin de curso.

 

La influencia del productor Bob Rock en el último trabajo de Offspring se aprecia en el sonido, al igual que lo fue para Mötley Crüe, Bon Jovi, o para Metallica en su célebre álbum negro. Aunque la verdad que no es el mejor disco de los californianos. Looking Out For #1 era la que sacaba la cabeza entre tanto clásico, demasiado popera y confusa por momentos. Buen continente para un peor contenido, aunque en directo mejora el resultado.

Staring At The Sun es velocidad y coros que se meten en el cerebro como un tren dentro de una montaña rusa, donde las sensaciones son rápidas y fugaces. 

Dexter Holland tiene una voz muy personal, singular, también su CV es extraordinariamente inusual, ya que es virólogo, concretamente Doctor en Biología Molecular, al igual que Greg Graffin, cantante de Bad Religion y también Doctor, en zoología en su caso. Dos rara avis en el universo musical que han extendido el punk californiano como un virus por el mundo.

La vena artística en la familia Holland viene también por su tío, Tom Holland, director y guionista de películas de terror, algunas tan icónicas como 'Noche de Miedo' -con uno de los carteles más terroríficos de la época-, el 'Muñeco Diabólico', con un villano muy original, 'Psicosis II', todo un reto al hacer una secuela de una obra maestra, o como 'Class Of 84', donde la estética punk inunda el metraje de un colegio ingobernable dentro de una sociedad distópica

Make It All Right es de esos temas que suenan mejor en vivo, acompañados por un agradecido público que replicaba las voces dando un juego especial a los coros. Era el segundo corte elegido del último trabajo, porque Bad Habit no necesita presentación. Es sonar los acordes y ya se enciende la mecha. Fuegos artificiales sonoros y pogos en la parte baja del coso taurino, que en esos instantes parecía una pista de coches de choque. 

El grupo no quiso olvidarse del reciente fallecimiento de Ozzy Osbourne, cantante de Black Sabbath, también solista, y eterno referente del 'heavy metal'. En su nombre sonaron himnos como Paranoid o Crazy Train. Y también I Wanna Be Sedated de los Ramones, un homenaje más habitual. Era la parte de las presentaciones, las largas conversaciones y, con ello, la pérdida algo de ritmo. Aunque el solo de batería quisiera decir todo lo contrario.

Los conciertos son como los juegos de cartas: tienes que mostrar los ases al principio y guardar algunos para el final. Gone Away sonaba casi a capela y a ritmo de piano. Algo extraño el resultado final, pese a que se intercalaban las guitarras para recuperar la forma original.

Lo que no era extraño es que Why Don't Get A Job, Pretty Fly y The Kids Aren't Alright cerraran esta primera parte antes del obligado bis. Ya no había medias tintas, ni comodines esperando, era la última mano y la gente lo disfrutaba a lo grande de los premios.

Cualquiera podría ser la penúltima. Muchas candidatas, pero el premio recayó sobre la siempre movida You’re Gonna Go Far, Kid, otro producto del genio Bob Rock, y de genios, rock y punk se daba la puntilla con Self Esteem, aumentando la autoestima y la juventud de todo aquel que haya pasado hoy cerca de Vistalegre, donde se ha vivido una gran tarde-noche de diversión y de punk, que van siempre unidas.

domingo, 13 de julio de 2025

De Madrid al cielo; de AC/DC al infierno, con cuernos

 La vida es corta y hay que ver y hacer muchas cosas. Hay que ir una vez al menos a Nueva York, a Roma, París o a Londres, y no te olvides de Florencia. Hay que ver la Mona Lisa, también la de El Prado, y hay que ver a AC/DC en directo, aunque no te emocione. Es uno de esos grupo de obligado visionado, de esos dinosaurios del rock que lo mismo un día se extinguen y no habrá un Steven Speilberg para mostrarlos en pantalla.

AC/DC tienen muchas particularidades. Una de ellas es tener una tipografía propia que hace que su logo sea una marca propia reconocible universalmente y que se vende sola. Otro detalle importante es que su música ha traspasado generaciones y gusta aunque no guste. Una música muy identificable y que suena a ellos mismos, denominación de origen propia con sello de calidad.

Otro punto interesante es que generalmente se considera una banda australiana, por su nacimiento en Sidney, aunque la procedencia de algunos miembros de Glasgow, especialmente los hermanos Young -Malcolm y Angus-, y ahora el propio Stevie Young, sobrino de Malcolm, fallecido en 2017, hacen que también se considere como escocesa. Una reivindicación que incluso saltó al Parlamento en Edimburgo.


AC/DC y The Pretty Reckless en el Estadio Metropolitano de Madrid, 12 de julio de 2025

Iron Maiden, Metallica, Rolling Stones, Kiss y Guns N' Roses son algunos de los grandes nombres del rock. AC/DC es parte de esta alineación de mitos, sin duda, con el aliciente extra de llevar una década sin tocar por Madrid, demasiado tiempo para una sociedad tan esclava del reloj y tan necesitada de entretenimiento.

Uno no está para perder oportunidades, y menos para perderse una gira de AC/DC, por eso la expectación era máxima y el Metropolitano iba a acogerlos por dos noches, tras el éxito de ventas de la primera parada.  

AC/DC tiene alma de blues pero espíritu de rock: empezando por sus leyendas, acerca del origen del nombre, polémicas, principalmente religiosas por sus coqueteos con el diablo, y hasta historias repletas de exceso, como el trágico final del primer cantante, Bon Scott. Una biografía de puro rock.

The Pretty Reckless ejercieron de perfectos teloneros. Hard-rock y una líder al frente, la estadounidense Taylor Momsen, que llama la atención solo con su presencia: larga melena rubia, herencia de su pasado ruso, carácter, actitud y potente voz. Encandiló al público que iba llenando las pistas y asientos del Metropolitano.  

Empezaron con Death By Rock And Roll, y cantaron nueve temas, entre ellos Going To Hell, supongo que por la autopista que tenía preparada después AC/DC, y terminaron con el medio tiempo Take Me Down, muy blues y ochentero, y que bien podrían haber firmado Guns N' Roses o Bon Jovi.


La noche parecía querer apuntarse también al concierto de AC/DC. El estadio del Atlético iba oscureciéndose para ser bañado de nuevo por las luces del escenario y salpicado en el graderío y pistas por los cuernos luminosos de color rojo que llevaba la gente en sus cabezas, como si fuera un aquelarre colectivo. Silencio, nervios y primeros acordes de If You Want Blood (You've Got It). Con el calor que hacía, cualquier líquido es válido, aunque la sangre no hidrate como debe.

AC/DC acumula décadas de experiencia y cientos de éxitos. Decir cuál es su mayor aportación es entrar en una discusión, pero decir que Back In Black es un ejercicio de superación y de crecimiento personal es indudable. Un tema, una portada y un álbum en color negro para superar la muerte de Bon Scott. 

Los hits iban cayendo intercalados. Los más famosos se colaban entre los más habituales y alguno menos popular. Café para cafeteros en algunos momentos. Porque Thuderstruck se la sabe todo el mundo: es patrimonio sonoro de la humanidad.

Hells Bells obligaba a bajar la campana que estaba suspendida. Los tañidos transforman momentáneamente el Metropolitano en el Millerntor de Hamburgo, donde juega el St. Pauli y donde suena esta melodía cada vez que saltan los jugadores al césped. Bonita liturgia para un club de culto.

 

Angus Young se mostraba en plena forma, haciendo honor al apellido pese a su pelo cano. Carreras alocadas, esos pasos y ese caminar que todos hemos imitado en alguna ocasión. Como un niño revoltoso en el pasillo de casa de sus abuelos. Y esa maestría con la guitarra. Incluso tocándola con una corbata, después de haberse desprendido de su eterna indumentaria de colegial.

El calor era tan intenso que Angus se había despojado de la corbata y se había quitado varios botones de la camisa, como si fuera tu tío cuando pierde los papeles en la boda de tu prima. Brian Johnson tampoco estaba mejor, y su boina se había transformado en un momentáneo gorro de baño ante tanto sudor.


Y más calor emanaba la caldera del Metropolitano cuando se interpretó el Highway To Hell. Esta canción es parte de la cultura pop, aunque ellos ejerzan de maestros del rock. Referentes absoluto en el género, ha aparecido en multitud de películas de distintos géneros, incluyendo los Simpsons. Es un grupo que le encaja a Bart, no hay duda. 

Dirty Deeds Done Dirt Cheap, High Voltage, Riff Raff precedían a You Shook Me All Night Long. Whole Lotta Rosie acompañaba a una versión extendida del Let There Be Rock, con Angus Young como maestro de ceremonias junto a su inseparable guitarra. Riffs imposibles, plataformas que se elevaban o lluvia de confetis. El stage era una constante caja de sorpresas. Un espectáculo de magia con varias chisteras.

El bis final llegaba con otro par de clásicos. ¿Y a estas alturas, cuáles ya no son clásicos? T.N.T. es otro tema con pasado y futuro hollywoodiense, de las que asoman y saldrán en multitud de películas. El último tema de la noche era el For Those About to Rock (We Salute You), con salvas de cañones incluidas para recordar que el rock sigue muy vivo y que con AC/DC seguirán presentando batalla.

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