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miércoles, 16 de febrero de 2011

Mis discos favoritos: Suede, cuando los perros se convierten en estrellas del pop

Una de las características que tiene la prensa musical británica es el sensacionalismo y la capacidad de crear ídolos con pies de barro. El 25 de abril de 1992 la publicación "Melody Maker" mostraba en su portada un grupo de asustadizos y tímidos adolescentes a los que la revista llamaba "la nueva mejor banda en Gran Bretaña". Suede, sin haber sacado un disco, y ni siquiera un single, aparecían en primera plana codeándose con las estrellas musicales.

Tan jóvenes y tan brillantes: el despegue de Suede
En 1993 llegó el disco de debut de la banda, lo primero que sorprende y que puede hacer de elemento disuasorio es que abre con su canción más famosa, So Young.

Afortunadamente, Suede cumplió las expectativas de la prensa especializada y rompía con el mito de que todos los discos sin esencia empiezan o terminan con el tema más conocido.

Suede se asentaba sobre dos claros pilares, el virtuosismo de Bernard Butler en la guitarra junto con la sensualidad de Brett Anderson al cantar, convirtiendo el álbum homónimo de debut en un nuevo clásico, donde los cortes más rápidos como el citado So Young o Animal Lover se alternaban con temas más melancólicos y majestuosos como Sleeping Pills, The Next Life y en especial Pantomime Horse. Se podía decir que tanto David Bowie como The Smiths habían encontrado a sus alumnos más aventajados.


Como curiosidad decir, que en Estados Unidos Suede tuvo problemas legales, dado que una cantante de jazz con el mismo nombre artístico tuvo que devolver las entradas a un grupo de jóvenes deseosos de ver a sus andróginos ídolos del pop británico, cuando en realidad se encontraron con una artista que emulaba a Barbara Streisand. Por este motivo, Suede se hicieron llamar The London Suede al otro lado del charco.

Dog Man Star, el segundo paso hacia el éxito
El problema al que se enfrentaba el grupo era claro, sobrevivir al éxito del primer disco e intentar superar el nivel. Brett Anderson se recluyó en una inhóspita casa de Londres, sin más compañía que la soledad.

Lo que hace que el segundo disco de la banda sea más sombrío, triste y desamparado. Las guitarras suenan todavía más elaboradas, ya que Bernard Butler es la antítesis de un guitarrista famoso del pop, apenas se le veía por las fiestas y en las giras solía encerrarse en su habitación para seguir tocando.

Al no encajar la actitud de Bernard con el resto de la banda, que disfrutaban de los baños de masas, anunciaba algo previsible: un distanciamiento que se tradujo más tarde en ruptura entre el guitarrista y el resto de sus compañeros, pero antes de que este hermoso jarrón, que tiene por nombre Suede, se rompiera, Bernard y Brett lo adornarían de muchas flores.

portada Dog Man Star de Suede

En 1994 se publica 'Dog Man Star', un LP que supera las expectativas del anterior trabajo discográfico, un álbum en el que la portada anuncia la entrada hacia la desesperanza, en forma de un hombre desnudo en una gris habitación, que no es otro que el marido de la fotógrafa la mañana antes de romper con él. Toda una declaración de intenciones.

Tras una introducción con toques hindúes, el disco camina por unos pasajes de tristeza a veces y otras de aparente serenidad que se rompen por los cambios de ritmo de la guitarra de Bernard, destacan We Are The Pigs, donde Bernard firma uno de los riffs más hermosos del indie pop, New Generation aportando un atisbo de alegría entre tanta tristeza que transmiten Daddy's Speeding, la glamourosa The Asphalt World, la sensibilidad de The Two Of Us o la orquestada, y que es un acertado broche final a tan bonito jarrón, Still Life.


Cuando el escritor Nick Hornby escribió en Alta Fidelidad su célebre frase "¿Escuchamos música pop porque estamos tristes? ¿o estamos tristes porque escuchamos música pop?", no sé si pensaba en el segundo disco de Suede, pero podría ser su cartel de presentación. 'Dog Man Star' son canciones que parecen haber sido creadas para momentos de ruptura, dolor y ser escuchadas en una habitación solitaria, abrazados a una almohada que tristemente te acompaña.

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