La 'magia' salvadoreña que hechizó al Carranza

José Alberto González Barillas, nacido en 1958 en San Salvador, es conocido como el “mago” en El Salvador, y “mágico” en España, donde jugó en las filas del Real Valladolid y el Cádiz, ciudad en la que su arte y fantasía como futbolista llegó a la máxima expresión.

Un jugador diferente en todos los aspectos
‘Mágico’ era un futbolista diferente en todos los aspectos, una persona que no rehusaba vivir la noche más que el día, dormirse en cualquier lugar (como un banquillo) o acudir tarde a los entrenamientos, pero esta indisciplina la compensaba con una clase infinita, un repertorio de regates talentosos y jugadas maradonianas que están a la altura de los astros del fútbol mundial.

'Mágico' González estrecha la mano de Maradona en un partido amistoso

Llevó a El Salvador a su segunda clasificación, la primera fue en 1970, a una Copa del mundo, la celebrada en España en 1982, que terminó siendo un calvario para ‘la selecta’ con la debacle ante Hungría por 10-1, maquillada posteriormente con derrotas honrosas ante Bélgica (1-0) y Argentina (2-0).

Su primera etapa en el Cádiz
A pesar de la actuación del combinado salvadoreño, el Cádiz C.F. fijó los ojos en aquel jugador con el número 11 que era capaz de enamorar con cada movimiento de balón. Y fue precisamente en la ‘tacita de plata’ donde destapó el tarro de las esencias del fútbol que llevaba en sus pies.

El fútbol no era para ‘Mágico’ un lugar de trabajo, era un deporte donde se divertía e inventaba goles inverosímiles que deleitaban a las gradas del Ramón de Carranza, que terminaban poblando de pañuelos blancos con cada genialidad del salvadoreño, como si de un torero se tratara.

En el ‘submarino amarillo’ vivió dos etapas interrumpidas por una de sus enésimas indisciplinas que le llevó cedido al Real Valladolid -curso 1985-86-, donde nunca se sintió cómodo, ni feliz.

La vuelta del hijo pródigo
La libertad que vivía en Cádiz, el embrujo de la noche gaditana y el calor del público del Carranza chocaban con las obligaciones como profesional que se le pedían en Pucela. Todo ello propició la vuelta del ídolo salvadoreño a Cádiz, donde jugó hasta la temporada 1990-91, en la que debido a un estado depresivo, motivado por una denuncia por agresión sexual, puso fin a las ‘pócimas’ de Jorge González en España.

Un paraíso que se llama Carranza
En su carrera profesional tuvo tentadoras ofertas, como la del PSG o el Atalanta, e incluso llegó a hacer la pretemporada con el F.C. Barcelona, pero su manera de entender la vida, y la etiqueta de ‘diablo’ que tenía fuera de las canchas, no encajaba con ningún club. Menos en Cádiz donde cada domingo vestido de amarillo se disfrazaba de santo, o de Maradona, para sorprender a todos con su magia, mientras se le perdonaba en las gradas del Carranza cualquiera de sus pecados terrenales.