Trautmann nació en Bremen en 1923, por aquel entonces Alemania vivía uno de los mayores periodos de penuria económica, que fue aprovechado por Hitler para inculcar un sentimiento de orgullo patriótico a una población que había padecido una fuerte presión por parte de los vencedores de la I Guerra Mundial, que condujo a una grave inflación, un desproporcionado número de desempleados y una gran hambruna.
Hitler se convierte en la 'voz del pueblo'
Bajo esta coyuntura, el Partido Nacionalsocialista logró engordar el número de votos y simpatizantes hasta auparse como la segunda fuerza política del país ante un pueblo que buscaba respuestas frente a las adversidades diarias. La oratoria de Hitler estaba calando entre los votantes ofreciendo un futuro mejor.
Era 1933, Hitler era nombrado nuevo canciller, Alemania vivía una nueva era, confusa y autoritaria, en la que el Partido Nacionalsocialista era la única opción política, y su líder pasaba a ser el Fuhrer, el guía del pueblo. En aquel momento, Trautmann entraba con 10 años en las juventudes hitlerianas, como un niño ilusionado que disfrutaba de un traje nuevo, nuevas atenciones y compañías.
La invasión de Polonia, el inicio de la II Guerra Mundial
En 1939, los planes expansionistas de Hitler pasaban por anexionar Polonia, con ello el conflicto mundial estallaba. La voluntad de Trautmann, como la de muchos alemanes, era la de apoyar a la nación y por ello se presentó como voluntario al ejército. Su destino fue, dentro del cuerpo de paracaidistas, el frente ruso, donde cerca de 20 millones de personas perecieron.
Pero la Diosa Fortuna parecía estar del lado de Trautmann quien sobrevivió en el campo de batalla y que tuvo el reconocimiento de sus superiores, con un ascenso a sargento y cinco condecoraciones, incluyendo la Cruz de hierro.
Cruz de Hierro de la I Guerra Mundial (1914), tomada de wikipedia. |
La guerra estaba a punto de llegar a su fin y Trautmann fue apresado por los aliados, retenido en un campamento entre Liverpool y Manchester. En anteriores ocasiones el sargento había escapado de su cautiverio, pero esta vez desistió, pensando que su integridad podía correr peligro si volvía a la batalla, optando por dejar que la guerra agonizara mientras su estatus como prisionero le daba un salvoconducto que le permitía vivir.
Aunque el precio que tuvo que pagar, como antiguo paracaidista de la Luftwaffe y tras los interrogatorios, fue el de ser etiquetado como nazi, al igual que el resto de militares apresados que pertenecían a las SS.
El fútbol como entretenimiento en el cautiverio
El destino tenía preparado a Trautmann un nuevo camino. Su grupo de cautiverio estaba en manos de un general escocés, el cual pensó en el fútbol como un modo de entretenimiento. Entre partido y partido, el larguirucho sargento paracaidista demostraba sus cualidades protegiendo la portería.
Tres años más tarde, Trautmann era liberado. Rechazó la repatriación. En Alemania no tenía casa ni familia, y el fútbol era su porvenir, por lo que Inglaterra era el mejor lugar para iniciar su suerte. Se enroló en un modesto equipo regional donde enseguida destacó. Los poderosos equipos ingleses acudieron para ficharle. De las tres opciones que tenía se decantó por el Manchester City.
El enemigo en la portería
En 1949 los ecos de la guerra todavía sacudían a la población, por lo que la llegada de un nazi a los citizens no fue bien acogida. Se sucedieron manifestaciones de aficionados en las puertas del club que querían evitar que la meta del City fuera defendida por alguien que había atacado a Inglaterra, máxime teniendo en cuenta la gran cantidad de población judía que existe en Manchester.
Paradójicamente los exaltados ánimos se tranquilizaron cuando uno de los rabinos más representativos de la ciudad pidió tiempo y respeto para el nuevo fichaje. Liberándole de la presión, que siempre existió como una larga sombra de paracaídas sobre la cabeza de Trautmann.
El héroe de Wembley: la F.A. Cup de 1956
Poco a poco, el espigado cancerbero germano se fue ganando al público hasta con sus actuaciones en una dilatada carrera profesional. El vuelo de Trautmann sobre Maine Road —estadio del City hasta 2003— duró 15 años, con ‘condecoraciones’ tan importantes como la FA Cup de 1956, en el escenario más emblemático del fútbol: el viejo Wembley.
En aquella final de 1956, su carácter castrense le hizo convertirse en una leyenda. En un balón dividido y dirigido al área pequeña, recibió un fuerte golpe del rival en el cuello. Conmocionado se incorporó para salvar tres o cuatro ataques más del Birmingham City, bajo un estado de inconsciencia. Se había roto una vértebra, que estuvo a punto de haberle conducido a la muerte. Pero estos detalles los supo días después, cuando el dolor comenzaba a ser inhumano y nadie encontraba solución u origen a su lesión.
La plantilla del City celebrando el título. A la derecha aparece Trauttman, visiblemente dolorido. www.vavel.com |
Esta heroica actuación cerró las heridas con los pocos escépticos que quedaban en la afición mancuniana y le abrió las puertas de la asociación de futbolistas, que por primera vez premiaban a un extranjero con el título de mejor jugador.
Su vuelta a las canchas se demoró 7 meses, por la convalecencia. Dejando el deporte profesional en 1964 y una huella imborrable en el fútbol inglés. A pesar de su éxito en las islas nunca fue internacional con su selección, el hecho de no jugar en Alemania motivó no ser convocado.
En el año 2004 la reina Isabel II condecoraba, en Berlín, a Trautmann como oficial del imperio británico, y el público del City aplaudió recientemente al portero que no pudo contener las lágrimas ante una afición que por fin se rindió ante el antiguo soldado, conquistando los corazones de los hinchas citizens.
Escultura del guardameta alemán en el museo del Manchester City. Foto tomada por Oldelpaso. |
Desde hace un tiempo, la agitada vida del antiguo paracaidista ha tocado tierra en las tranquilas arenas de las playas castellonenses. Descansa como cualquier otro octogenario extranjero en la Costa del Azahar, disfrutando del anonimato. Un remanso de paz para un hombre que ha tenido una agotadora vida.
Solo voy a decir que como casi todos los alemanes o no apoyó a Hitler o no sabía nada. En fin. Desconocía por completo esta historia mi más sincetra enhorabueno por el artículo.
ResponderEliminarFdo Gonzalo Largacha
Muchas gracias, es una historia que quería contar.
ResponderEliminarCuando vaya por Castellón me gustaría hacer una visita a este señor.
Muy bonita historia. Gracias.
ResponderEliminarGracias a ti por leerla. ;-)
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