Norm Maxwell, el jugador desencantado
Mientras tanto, en las antípodas de Galicia: Nueva Zelanda, Norm Maxwell abrazaba al rugby como un niño que se aferra a su balón para dormir, había caído en sus manos como un regalo, aunque nadie de su familia era aficionado al rugby. Algo extraño en un país donde vestir de negro en un terreno de juego es un deseo y el oval es parte de la liturgia cotidiana.Maxwell creció mostrando aptitudes para el rugby, un espacio donde se sentía cómodo. Jugó una década en los Crusaders y cinco años defendiendo la mítica zamarra de la selección kiwi. Con los All Blacks sumó 36 internacionalidades y 5 ensayos.
El sueño de aquel niño se había convertido en una realidad. Pero apareció un elemento nuevo en el rugby: el profesionalismo, que trajo de la mano a hombres de negocios que echaban sus garras sobre el deporte, la pureza y la magia se desvanecían ante los codiciosos ojos de personas ajenas a las melés.
Maxwell se encontraba desubicado en esta nueva etapa del rugby, repleta de presiones, responsabilidades y compromisos publicitarios que hicieron del orgulloso All Black, un hombre más débil, desconfiado y frustrado que abrazaba a unos nocivos compañeros de viaje: el alcohol y la desesperanza.
En 2006 Maxwell dejaba la selección, fruto de las lesiones y por la muerte repentina del rugby auténtico.
Norm Maxwell, foto extraída del reportaje realizado por Canal+ España. |
Partiendo desde la segunda división gallega, el Vigo Rugby Club pasaba al primer escalón regional en 1989. Cinco temporadas más tarde se encontraban en la Primera Nacional. El techo del equipo vigués no parecía tener fin y en 2005 accedían al segundo nivel de la competición de rugby española, la División de Honor B.
A pesar de haber recorrido un importante y costoso camino, la temporada 2009-2010 hace replantearse el rumbo a la institución olívica. El coqueteo con el descenso, durante esa campaña, necesita una respuesta rápida, un golpe de efecto: fichar a alguien con calidad.
Un gallego catalán trae de la mano a un 'All Black'
Aníbal Babini, tras tres temporadas dirigiendo al club, era reemplazado por David Monreal, gallego de nacimiento aunque catalán de adopción, cuya carrera profesional había discurrido en los últimos años en Nueva Zelanda. El nacimiento de su hijo hizo que la vuelta a casa pareciera algo lógico.Durante su estancia en las antípodas había conocido a Norm Maxwell, una amistad que llevó al antiguo All Black a aceptar embarcarse en un proyecto conjunto. Para Maxwel la aventura española era como un pedazo de inocente arcilla dispuesta a ser moldeada, un reencuentro con el rugby amateur que solo aparecía en sus recuerdos.
Cuando Monreal comunicó su llegada, junto con la de Maxwell, el Vigo Rugby Club se mostraba incrédulo, aunque no sería la única sorpresa que depararía al equipo olívico.
Un gallego australiano se suma al proyecto
El salto de calidad, con la llegada de ambos técnicos, hizo pensar en la posibilidad de conseguir un ascenso. A los pocos días de la llegada del tándem, las oficinas del club recibían un correo desde Australia, un jugador con un curriculum envidiable se interesaba en participar en el equipo de Monreal y Maxwell, pero las plazas de extranjeros estaban cubiertas, el jugador decía llamarse Carlos Blanco y aunque había jugado con la selección australiana sub-19, era español. El club aceptaba su solicitud.Blanco era fruto de una exótica mezcla compuesta por un padre orensano y una madre maorí, internacional wallaby y con ganas de conocer el origen de su progenitor.
Con estos ingredientes, el Vigo R.C. iniciaba la campaña 2010-11.
El ansiado ascenso
La dupla Monreal-Maxwell abordaba el apartado táctico, problema que adolece el rugby en España, y el aspecto psíquico: la ansiedad y la confianza en el compañero. La plantilla del Vigo adquiría los conceptos como un niño de 5 años que se empapa de todo lo que rodea.Maxwell, en el centro, junto a Monreal, a su izquierda, durante una de las charlas. |
Los sueños desde el barro
Aquel grupo de jóvenes gallegos nunca pensaron que aquel partido entre amigos fuera a tener un final tan exitoso. Eran jornadas repletas de interminables kilómetros y abultadas derrotas manchadas de barro.Eduardo Portela, Ramón Amoedo y Álvaro Saa pusieron en 1987 la primera piedra de un sueño, un proyecto que cambió el ritmo de la muñeira por el de la 'haka' para alcanzar un inesperado desenlace: ser el primer club gallego en jugar en División de Honor para codearse con la élite del oval nacional.
Conjura del Vigo Rugby Club ante su primer partido en División de Honor. |
Un jugador al que solo le gusta jugar,un autentico deportista que en Vigo vuelve a disfrutar de la vida y del rugby.Chapeau la historia.
ResponderEliminarMuchas gracias, aunque parte del mérito es de Canal+.
EliminarHace un par de sábados, a esa hora maldita de la liga de las estrellas el zapin de cada dia me llevo hasta el Punt Dos, la segunda cadena de Valencia, ... no me lo podia creer, un partido de rugby, Vigo frente a La Vila...A Dios gracias, Teledeporte se acuerda de nosotros, aunque esas grabaciones via TDT siempre acaben cortadas,,, demasiada tecnologia ya para uno que crecio viendo rugby, hockey y demas en blanco y negro aquellos domingos de la niñez que empezaban a las doce del medio dia
ResponderEliminarREcuerdos
No sabía que en Vigo se jugase al rugby, ¿Donde está el campo,en las Islas Cíes?
ResponderEliminarFdo Gonzalo Largacha
PD Qué bonito es Vigo cuando sea mayor quiero ser vigués.
Ese es también el sueño de Marta.
EliminarEs cierto ese es sus sueño y que el Celta gane la copa el próximo año.
EliminarFdo Gonzalo Largacha
Sobre el Terreno, se llamaba aquel programa, caray, me ha llevado casi un día acordarme sin echar mano de las nuevas tecnologías, todo a base de memoria, un esfuerzo tremendo, vaya, Juan José Castillo desde Barcelona lo presentaba...
ResponderEliminarRecuerdos JESUS
Ni idea, chico. Menos mal que te has acordado tú.
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