Breve historia de Helloween
El grupo de las calabazas siempre ha sido una de las referencias del rock desde su buena carta de presentación con un estreno bañado en 'speed metal', ‘Walls Of Jericho’(1985), que fue refrendado con el doble disco que pasó a ser una de las claves para entender la vertiente del rock más potente. Aquel álbum, el 'Keeper Of The Seven Keys' (1987-1988), presentado en dos partes por presiones de la casa discográfica fue la llave que abrió definitivamente la puerta del éxito a este quinteto teutón. Un disco inspirador, vivo, rápido, barroco y melódico que conjugaba unos acertadísimos temas pesados, pero rírmicos y acelerados, con medios tiempos y baladas siempre bajo un clima festivo y positivo. Un CD indispensable para cualquier melómano enamorado del metal y el rock.
De aquel mítico combo: Ingo Schwichtenberg era el batería (fallecido en 1995), Michael Kiske estaba en el micrófono con una privilegiada voz que se fue apagando dejando las cuerdas para un terna virtuosa como Michael Weikath, Markus Grosskopf (la dupla que permanece todavía en la formación actual) y Kai Hansen.
Kai Hansen se lleva la alegría
Kai Hansen fue uno de los fundadores, junto a Michael Weikath, de Helloween. La misión de este hamburgués durante su estancia en la formación fue clave no sólo por su extraordinaria calidad como guitarrista y compositor sino también por un sentido de humor y una alegría que servía de equilibrio y apoyo en los malos momentos.
Su versatilidad le condujo a ser la primera voz de las calabazas antes de que valorara el hecho de prestar más atención a las seis cuerdas y ceder el papel a otro cantante, un rol que cayó sobre un chico de 19 años con grandes aptitudes y un futuro prometedor: Michael Kiske.
Con Kiske en el barco y con Hansen y Weikath en el timón, Helloween navegó por los mares del éxito merced al mencionado 'Keeper Of The Seven Keys', obra cumbre del metal que fue aplaudida por la crítica e idolatrada por el público. El final de la agotadora gira mundial anunciaba nuevas decisiones y temidas rupturas. Kiske y Weikath proponían suavizar y hacer más progresivo el estilo de los próximos discos, mientras Hansen ponía su mente en un nuevo proyecto al que llamaba Gamma Ray. Helloween no sólo perdía un gran músico, también perdían la sonrisa y la posibilidad de mantener un irrepetible quinteto de estrellas.
Mítica alineación de Helloween. (Arriba, izquierda a derecha) Grosskopf, Weikath, Schwichtenberg. (Abajo) Kiske y Hansen. |
Los rayos gamma de Hansen
La carrera de Hansen con Gamma Ray, iniciada en 1990 con 'Heading For Tomorrow', cumplió las expectativas marcadas con grandes discos y excelentes temas que alargaban la leyenda del ex miembro de Helloween como instrumentalista, además de convertir al 'power metal' en un estilo consagrado con otro combo de referencia para esta etiqueta musical, al que le salían adeptos por todos los rincones del planeta: como los fineses Stratovarius o los italianos Rhapsody, los cuales añadían un tono más épico y operístico.
Las calabazas perdían fuerza
El giro que experimentaban Helloween con sus dos siguientes trabajos: 'Pink Bubbles Go Ape' (1991) y 'Chameleon' (1993), hizo perder fuelle y temer por la continuidad de la leyenda del 'power metal'. La inercia y el legado mantenían al grupo dentro de su 'status' de estrellas de rock pero necesitaban un cambio para recuperar el rumbo perdido y la velocidad malgastada.
Michael Kiske fue la víctima de estos experimentos siendo sustituido por Andi Deris. Con nuevo cantante y un prometedor disco, 'Master Of The Rings' (1994), se volvía a la senda de los éxitos y de la cordura. El peaje pagado había sido alto ya que la envidiable voz de tenor de Kiske era inigualable, si bien su rendimiento había caído en las últimas giras, y parte de los seguidores del grupo examinaban con dureza el nuevo estilo de Deris, cuyos registros vocales eran menores pero suplidos con buen hacer y gran profesionalidad.
Helloween en Madrid (2011) |
La carrera discográfica tanto de Helloween como de Gamma Ray siguieron su curso, como dos líneas que de vez en cuando se juntaban en el espacio sin llegar a tocarse. Dos líneas que sufrían subidas y bajadas, con éxito relativos y fracasos considerables.
Con el paso de los años el viejo sueño de los fans de juntar ambas formaciones comenzó a tomar forma dadas las colaboraciones esporádicas de Kiske con Hansen y que finalmente supusieron un paso más con la gira que arrancaba en 2007 y que tenía tanto a Helloween como a Gamma Ray compartiendo un mismo cartel.
El denominado Hellish Rock Tour fue todo un éxito y ahora en su segunda edición vuelven a España para disfrutar de nuevo en un mismo escenario de Hansen con Michael Weikath y Markus Grosskopf; Michael Kiske es el gran ausente de esta reunión, quien sigue su carrera en solitario con breves apariciones como artista invitado en los discos de Avantasia y en los proyectos de Gamma Ray.
Hellish Rock Tour II
La banda metalera Shadowside fueron los responsables de abrir fuego en Madrid. El grupo brasileño cumplió con su papel de telonero antes del empacho de metal germano que iba a recibir la sala La Riviera.
Las luces se apagaron para recibir a los Gamma Ray. Kai Hansen demostró estar en un envidiable momento artístico, todo lo contrario que su aspecto físico, para interpretar con ligereza diez temas de su formación, perfectamente ejecutados, con un repertorio que tuvo como primer tema el Anywhere In The Galaxy. donde aprovechó para presentar dos nuevas canciones y rescatar uno de los himnos fetiches de su etapa con Helloween, un Future World que supo a gloria.
Para cerrar eligió una de las piezas selectas de la formación: Send Me a Sign. La duda residía en si la eterna sonrisa de Hansen durante la noche delataba su felicidad o era un acto reflejo para corresponder los rostros de un público entregado que quería más.
Las luces blancas avisaban de la inminente llegada de Helloween quienes usaron sus casi dos horas de concierto para presentar el recién estrenado disco, 'Straight Out Of Hell' (2013), que todavía no ha calado plenamente en los seguidores pero que tiene ingredientes para conseguirlo, y es que dos meses no son suficientes para que un álbum sea familiar.
A diferencia de las últimas visitas, el material elegido para descargar fue moderno perteneciente a la nueva época, eso sí con pequeñas y agradecidas concesiones. Parecen sentirse cómodos en España y hasta Weikath fingió divertirse, un día puede que lo consiga de manera accidental, o realmente puede que lo hiciera, mientras Sascha Gerstner estaba pendiente de que todo sonara bien para dejar el lado afable y divertido a Markus Grosskopf y aun Andi Deris que se transforma en ésta, su segunda casa.
La vida de Deris lleva un tiempo ligado al sol y al clima de las islas Canarias donde el cantante ha encontrado su particular paraíso de felicidad, circunstancia que demostró con sus bromas constantes y su implicación con el público español al que se dirige en un más que decente castellano, dada la dificultad de los germanos a aprender nuestro idioma.
Helloween administró sus energías, intercalando alguna balada con vertigionosos temas como Falling Higher o Power que añadían velocidad y un regreso al pasado que sería definitivo con el guiño a sus fans más veteranos al incluir un Dr. Stein, interpretado por un Deris al que su voz le volvía a dejar tirado pero compensado con sus irrepetibles gestos mímicos y circenses que interactúan y seducen incluso al espectador más aletargado.
La última sonrisa de la noche no estaba esbozada porque con el segundo bis llegó el júbilo, surgió lo inesperado, a la vez esperado y deseado, que no era otra cosa que Kai Hansen sumándose como guitarrista-cantante para tocar e interpretar un medley compuesto por tres antiguos éxitos de su cosecha: Halloween, How Many Tears y Heavy Metal Is The Law.
Después de esta ración de power metal clásico germano llegaba el postre con una gran tarta de calabaza en forma de despedida. Había magia en el ambiente, tanta como la que había salido de la chistera de Deris. La felicidad exultante de Hansen y Deris era contagiosa aunque a esas alturas nadie en la sala necesitaba estímulos para llegar al éxtasis porque con el I Want Out, el público se vino abajo para rejuvenecer en cada nota y estar reviviendo aquellos momentos de la etapa estelar del Keeper, momentos perdidos y que muchos pensaban no volver a disfrutar. Anoche fue posible. Danke Schön.
Happy, happy, Helloween... oh, oh, oh...
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