La relación entre los cantantes y otros miembros de la banda son parte de la esencia de la historia de la música pop-rock: rivalidades, envidias y excesos de egos que han terminado por romper en algunos casos la trayectoria de algunas bandas. Suede no fue una excepción.
Suede, la gran esperanza británica
Los críticos musicales abrazaron con ternura el nacimiento de Suede. Su irrupción coincidió con el de otras formaciones británicas que devolvían a los grupos del país a conquistar las ondas, en detrimento de otros estilos que arrasaban desde Estados Unidos como un temido huracán.
Blur, Oasis, Pulp, Elastica, Radiohead, Placebo y los propios Suede fueron etiquetados en los primeros años de la década de los 90 como britpop, un orgulloso sello de identidad que a la vez servía como denominación de origen. La prensa anglosajona se frotaba las manos con esta espontánea generación musical a la que mimaba, en ocasiones en exceso, y que seguía la estela de los Stone Roses.
Suede en 1992 aparecía en la publicación "Melody Maker" tildándoles como la gran esperanza de las islas. Eran unos jóvenes imberbes que todavía no disponían de un disco de debut y ya sentían tanto las miradas del público como de la prensa especializada.
Cumpliendo con creces
Los focos de la actualidad del movimiento se situaron al principio sobre Blur y Oasis, cuyas riñas reescribían los desencuentros ya vividos por otras formaciones, alimentando páginas con incendiarias declaraciones y generosos titulares. Un escenario aparentemente poco adecuado para sobresalir en portada.
Los dos primeros discos de Suede resultaron extraordinarios, como si el combo capitaneado por Brett Anderson hubiera dedicado su tiempo sólo a componer, evitando distracciones de los medios de comunicación.
'Suede' (1993) y 'Dog Man Star' (1994) sonaban sobresalientes, soberbios, un torrente de frescura entre la mediocridad. Un pop-rock elegante y sensible que cautivaba desde la primera estrofa. Brett Anderson y su lugarteniente Bernard Butler recibían alabanzas y símiles por doquier. David Bowie parecía haber encontrado un digno heredero.
El personal carácter de Bernard Butler distanció poco a poco al guitarrista del resto de compañeros. Su anunciada despedida no pillaba a nadie sorprendido. Su lugar era reemplazado por un joven seguidor del grupo, Richard Oakes, quien mostraba grandes aptitudes en las seis cuerdas.
El precio que tuvieron que pagar fue elevado. Suede perdía gran parte de su carisma compositiva con la salida de Butler y pronto se plasmó en los siguientes trabajos: 'Coming Up' (1996) todavía conservaba algo de frescura, una magia que se iba evaporando a medida que pasaban los años. 'Head Music' y, en especial, 'A New Morning' (2002) hacían presagiar oscuros nubarrones sobre el grupo, cuya escasa repercusión comercial condenaba al combo londinense a comunicar su disolución.
Los inesperados regresos
Dos sorpresas esperaban a los fans en el nuevo milenio. Primero, la reconciliación de Anderson y Butler junto con la edición de un proyecto paralelo que tomaba por nombre The Tears (2005). Y por otro, el regreso de Suede para 2011. Sin embargo, ambas noticias no eran del todo satisfactorias. The Tears no terminaba de cuajar y la vuelta a los escenarios de Suede sería sin Butler.
Con estas premisas desembarcaban en Madrid tras una década sin pisar los escenarios de la capital y con un nuevo disco bajo el brazo: 'Bloodsports' (2013).
Suede, La Riviera de Madrid -9 de noviembre de 2013-
Madrid es una plaza segura para Suede. El cartel de no hay billetes confirmaba el tirón mediático que atesora el grupo en España. Por eso, el quinteto salió a escena con una aplastante seguridad y un repertorio arriesgado, tan itinerante como la gira que están ofreciendo por Europa.
Brett Anderson hacía el papel de maestro de ceremonias, con camisa blanca, pantalón oscuro y su inconfundible sonrisa. El público no necesitaba más. La contagiosa energía de Anderson ejercía de contrapunto con la actitud estática de sus compañeros, a excepción de un entregado Oakes. Las luces estaban sobre Brett y también las miradas del local. Eso era lo esencial.
El repertorio empezó de la mejor manera posible con un Daddy's Speeding lento y sosegado que abría terreno para la más de hora y media prevista. La oportunidad de presentar 'Bloodsports' no era desperdiciada y tres cortes aparecían de una tacada, un arriesgado experimento que ponía a prueba la fidelidad de Madrid.
Todo salía a pedir de boca. Los temas se iban desgranando con la misma facilidad con la que la camisa de Anderson se empapaba de sudor. A él le daba igual, estaba en su salsa y hasta se permitía interpretar una cara-b como Killing Of A Flash Boy tras rescatar a la audiencia con el Animal Nitrate y posteriormente con The Drowners.
Los cartuchos se iban agotando y quedaban algunas balas perdidas en el camino -imperdonable que no sonaran We Are The Pigs, Everything Will Flow, My Dark Star o Pantomime Horse- . Poco importaba, sus cuatro compañeros de fatigas asemejaban un atrezo donde Anderson rememoraba sus poses del pasado, siempre estudiadas, y los baños de multitudes de los que tanto disfruta. Él era la indiscutible estrella de la noche.
El final del concierto era una vorágine de emociones: Still Life era cantada con una infinita delicadeza que contrastaba con la agresividad del So Young, revelador título para un hombre que presenta un aspecto tan jovial, casi el mismo que deslumbró al mundo entero en aquel concierto de la MTV emitido en 1993.
Metal Mickey y Beautiful Ones ponían el punto y seguido para la traca final compuesta de una inesperada She's In Fashion -en acústico- y un lógico cierre a través de New Generation. Un himno adecuado para despedir a su vieja legión de seguidores que han disfrutado del regreso de un clásico de los noventa y de una de las mejores voces del pop-rock.
Aluciné mucho en su día con el primer disco de Suede. Luege les perdí un poco la pista. Lo del brit pop y demás etiquetas, suelen ser inventos de mercado pero siempre he odiado las etiquetas. Cuando me preguntan que música me gusta, digo que el rock. Ese termino abarca todos mis gustos.
ResponderEliminarEl segundo disco supera al primero, en mi opinión.
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