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domingo, 29 de junio de 2014

El C.D. Parque Móvil de Chamberí cierra sus verjas

Semioculto, apartado de alboroto, como si tuviera timidez para salir a la calle se encuentra el transeúnte al Club Deportivo Parque Móvil, dentro en un acceso peatonal que parte desde Cea Bermúdez para adentrarse en un laberinto de casas que conforman una microciudad, un remanso de paz dentro del bullicioso tráfico del madrileño distrito de Chamberí.

Sólo los sonidos del hilo musical, ahogados por los chapoteos, junto a un pequeño cartel, que todavía cuelga del lateral, anuncian la existencia de unas instalaciones deportivas compuestas por un funcional gimnasio, un frontón y la joya del barrio: la piscina semi olímpica.

cartel piscina Chamberí

El nombre del Club Deportivo Parque Móvil está tan unido al distrito como a la propia ciudad, siendo un elemento esencial en los éxitos deportivos regionales desde que un pequeño grupo de trabajadores del Parque Móvil Ministerial lo fundaran en el año 1940.

La incansable actividad del centro le hizo crear una sección de baloncesto y balonmano, las cuales llegaron a ocupar plazas en la Primera División, así como secciones de pelota, ciclismo y hockey sobre patines.

Aunque donde sobresalió, y donde dejó su huella, fue a través del agua de su legendaria piscina que pasó a tener un techado para convertirse en la primera piscina cubierta de Madrid, cuna del waterpolo de Castilla y trampolín de campeones nacionales de las distintas disciplinas.

Parque Móvil Municipal


Parte de las vitrinas del C.D. Parque Móvil de Madrid
Hoy, 28 de junio de 2014, tras numerosas décadas dedicadas al deporte, el CD Parque Móvil ha cesado su actividad, cerrando para siempre las verdes verjas del club.


Hace tiempo que la sociedad se ha adentrado en una peligrosa moda de preferir perder los antiguos referentes para sustituirlos por otros más modernos, repletos de lujos y visualmente más atractivos, pero sin la cercanía ni familiaridad, sin la magia de un viejo gimnasio donde numerosos policías o bomberos se han forjado y sin el encanto de una piscina en la que aprendió a nadar todo un barrio y que a la vez servía de punto de encuentro de sus habitantes.

piscina Parque Móvil Chamberí Madrid



La crisis, la futura competencia y la venta de todos los inmuebles vinculados al Patrimonio del Parque Móvil han ayudado a que el eterno rumor que siempre merodeaba en el ambiente se terminara produciendo. Todavía no somos conscientes de lo que hemos perdido. Nos daremos cuenta a partir del lunes, cuando las verdes verjas sigan cerradas y nadie las abra.

martes, 24 de junio de 2014

Rob Zombie sumerge a Madrid dentro de sus pesadillas

La capacidad creativa del norteamericano Robert Bartleh Cummings parece no tener límites. Hijo de unos feriantes heredó de ellos el carácter nómada, el del artista sin hogar que busca fortuna y provenir en cualquier punto.

El fundador del grupo de metal White Zombie, en 1985, siempre se decantó por la carrera artística en su amplio sentido de la palabra: música, animación, cómics y cine son parte de la producción de este norteamericano ajeno a los convencionalismos y que abraza un universo personal que bebe las influencias del cine de terror, el espectáculo circense y los personajes extravagantes.

De White Zombie a Rob Zombie
Los 13 años de convivencia de la formación neoyorquina fueron moldeando el futuro proyecto personal del cantante. Si a White Zombie, como banda de renombre, le había costado sacar la cabeza de la madriguera, el primer trabajo en solitario de Rob Zombie recogía los éxitos del combo anterior para llegar al mayor número de público posible. Sin cambiar mucho del estilo, sólo modernizando su sonido, e incluso conservando a alguno de sus miembros.

Hellbilly Deluxe, Rob Zombie

'Hellbilly Deluxe' (1998) aunó todas las ideas de Rob Zombie en un solo producto. Metal industrial con ramalazos electrónicos como concepto musical, un libreto interior propio de una obra de culto de la mejor muestra de novela gráfica y una serie de videoclips que exhibían el lado más socarrón y burlesco de Rob; actuando y dirigiendo con el sello marca de la casa.




El cantante que quiso ser director o el director que siempre quiso ser cantante
El paso de los años intensificaron los trabajos de Rob Zombie. La nueva banda, con John Tempesta como fiel escudero y único componente que quedaba desde White Zombie, desgranaba discos con algo de dificultad, bajando el gran nivel musical situado con el debut de 1998. La explicación era sencilla, Zombie se encontraba en la encrucijada de continuar con la música o emprender el camino de director de cine, donde había dejado su huella con la 'Casa de los 1000 cadáveres'.

Zombie siempre ha sabido añadir con estilo su condimento a platos ya preparados. Estéticamente bebe de la escenografía de Alice Cooper y musicalmente de Ozzy y Black Sabbath. Lo mismo se podría decir del cine, donde los 70 son su década de referencia, colocando en un cóctel a John Carpenter con toques del Tarantino más gamberro, con quien coincide en el gusto por los filmes menos conocidos, la infravalorada serie B.

Zombie sabe perfectamente a qué público se dirige. Ninguna de sus obras ha sido fácil de digerir. Lo que no quiere decir que no sea aplaudido o reconocido, como ha quedado demostrado con el reciente premio honorífico en el festival de cine fantástico de Sitges. Y es que la perturbadora, pero genial, 'Renegados del Diablo' no deja indiferente a nadie, con ese estilo insano que repugna o atrapa

Aquel fue el punto de inflexión para que Zombie asumiera el reto de relanzar el mito de 'Halloween', presentando un Michael Myers paradójicamente más humano, extraño viniendo de un apasionado de caricaturizar a los personajes y de crear iconos inesperados, como el Capitán Spaulding.


Rob Zombie, en directo, 23 de junio de 2014 en la Riviera (Madrid)
La importancia de los teloneros es casi tan clave como un repertorio adecuado. La presencia del grupo de nu-metal Powerman 5000, cuyo líder es hermano de Rob Zombie, y de los incombustibles Def Con Dos garantizaron que la audiencia calentara motores, máxime si el 'Día de la Bestia' sonaba atronador, anunciando que el despertar de los muertos de George A. Romero iba a tomar Madrid.

El cuarteto de Rob Zombie salió confiado al escenario de La Riviera que apareció engalanada con imágenes de iconos del terror clásico -King Kong, Frankestein, el Hombre Lobo...-, incluso la forma del micrófono era la de Nosferatu, guiños constantes del de Massachusetts al horror en el séptimo arte.

Rob Zombie, Madrid, La Riviera

El homenaje al vampiro más clásico del celuloide prosiguió con la apertura del concierto a través de Teenage Nosferatu Pussy y una continuación arrolladora formada por Superbeast y Living Dead Girl, dos de las piezas angulares de su aclamado 'Hellbilly Deluxe'.

Todo encajaba dentro de la escaleta planeada por Zombie. A la que se sumaba el guitarrista John 5, robando protagonismo a través de sus multitudes cambios de look, siempre espectaculares y sorprendentes, un recurso ya utilizado en su etapa compartida con Marilyn Manson, de donde también ha desembarcado el gran batería Ginger Fish, cuya integridad física no peligra como junto al Reverendo.  

John 5 y Rob Zombie, Madrid

El set list forzó pequeños altibajos, en parte paliados porque la implicación de Zombie fue de menos a más, de casi no dirigirse al público hasta mezclarse con él, de un modo que nadie recuerda en La Riviera con ningún artista, llegando a aparecer entre las palmeras que están situadas en el centro de la sala como un soldado que toma una ensenada. Todo un acierto por su parte.

La parte negativa la ofreció un detalle que acompaña a Zombie a la hora de crear. Tiene arte, estilo y personalidad propia, pero le falta a veces enganchar y mantener el ritmo de forma constante, tanto en la música como en sus películas, donde su maestría a la hora de dirigir compite con algunas lagunas en los guiones.

El recuerdo a White Zombie estuvo patente con More Human Than Human y Thunder Kiss'65 como también a uno de sus referentes musicales, Alice Cooper, con la versión del School's Out dentro de una vorágine de temas que iban y venían, perdiendo y recuperando a la vez a parte del público que se debatía entre saltar de forma diabólica o evadirse entre los juegos de luces que manaban de los trajes de John 5.

Todo ello cambió con el sprint final compuesto por Dragula, el 'cover' setentero de Grand Funk Railroad con We're An American Band y como colofón un postrimero Scum Of The Earth que dejó con un buen sabor de boca a Madrid, pero con algo de apetito, con la sensación de que esta pesadilla visual y musical podría haber inquietado más.

viernes, 6 de junio de 2014

Los niños del 'Habana': pioneros del fútbol en Inglaterra

Los futbolistas españoles no siempre han sido tan propensos a emigrar como los son actualmente. Hubo un tiempo en el que era extraño que nuestros jugadores se aventuraran a otras Ligas. El gallego Luis Suárez fue uno de los primeros en probar suerte, convirtiéndose en una de las referencias del Inter de Milán.

Uno de los destinos más complejos siempre había sido Inglaterra. El estilo de juego practicado en las islas y nuestra nula adaptación a las cultura británica no fueron obstáculo para que Nayim y los denominados 'Three Amigos' -Roberto Martínez, Sebas Fernández e Isidro Díaz-  abrieran una senda inexplorada, un camino que ya había sido abierto por los verdaderos pioneros: los niños que desembarcaron en 1937 procedentes del Habana.

Los horrores de la Guerra Civil
La Guerra Civil Española se había iniciado en julio de 1936. La dureza de la batalla y la crueldad de los combates crecía con el paso de los años. En especial con los bombardeos indiscriminados, transformando la península en un laboratorio de pruebas para ejercicios militares. Los ataques aéreos del sur fueron obra de los republicanos -Ceuta, Tetuán, Sevilla, Córdoba...-, con la excepción de Zaragoza y Valladolid, mientras que los del norte llevaban el sello franquista y la firma de la Luftwaffe.


Las fuerzas áreas conjuntas italianas, alemanas y del bando nacional, contrario a la República, devastaron la población de Guernica (Gernika) en una de las operaciones dentro de la campaña de Vizcaya. Un panorama desolador extraordinariamente plasmado por Picasso en su célebre cuadro.

El miedo a que se repitieran los ataques forzó a que muchos ayuntamientos facilitaran el traslado de sus habitantes más jóvenes al extranjero -Reino Unido, Bélgica, Rusia o Francia, principalmente-, mientras se miraba con recelo cualquier movimiento en los cielos.

En 1937, desde las costas vascas, partieron numerosos buques con menores en su interior, huérfanos forzosos de la guerra civil. Uno de aquellos barcos, el Habana, salió el 20 de mayo de 1937 hacia Southampton. Un viaje sin billete de vuelta para muchos de sus ocupantes.

expedición País Vasco

La llegada del Habana a Inglaterra
A pesar de que el Gobierno Británico se mantuvo reacio a acoger a los evacuados, finalmente cedió un espacio que no era sufragado por el Estado sino por un comité creado con tal fin, sin recurrir a los fondos públicos y necesitando de la ayuda desinteresada de la población de Southampton, la cual se volcó con sus nuevos vecinos.

Las donaciones privadas y la actividad de la propia comunidad local lograron que todas las necesidades de los niños estuvieran cubiertas, desde el equipamiento de las tiendas de campaña pasando por alimentos y ropa.


Los niños, superado el proceso de aclimatarse a su nueva situación, empezaron a realizar representaciones culturales como danzas populares y actividades deportivas, partidos de fútbol, donde el juego vivo y novedoso de alguno de los chicos logró llamar la atención de personas vinculadas a clubes profesionales de la región.

Impresionaron por encima del resto: Raimundo Pérez de Lezama, portero nacido en Baracaldo, y Sabino Barinaga, delantero de Durango. Dos vizcaínos que se enrolaban en el segundo equipo del Southampton, el club que había servido en el pasado de improvisada equipación para el Athletic al no encontrar los habituales tonos azules y blancos. Una casualidad que transformó la camiseta del conjunto vasco al rojiblanco que conocemos en la actualidad. Ahora dos imberbes vascos, por azares del destino, iban a enfundarse la elástica del Southampton. Un guiño del destino.

Pérez Lezama, posando con su equipación de portero.
El regreso de algunos de los exiliados
Southampton fue víctima de los bombardeos alemanes entre 1940 y 1941, era uno de los objetivos marcados en rojo por la Luftwaffe dado que en los alrededores de la población se fabricó el Spitfire -el legendario caza de la Royal Air Force británica-.

El mismo estruendo que alejó a aquellos jóvenes de sus casas resonaba para recordarlos que su nuevo refugio tampoco era seguro. Obligados por tales circunstancias, muchos de aquellos niños, convertidos prematuramente en adultos, regresaron a sus orígenes, en busca de un trabajo y de un porvenir.

Raimundo Pérez de Lezama pensó en trabajar en los Altos Hornos. Una visita previa al campo del Arenas de Getxo y una prueba por el club de apenas 10 minutos valió para demostrar que aquel novedoso estilo exportado de las islas: sacando con la mano y dirigiendo el balón siempre al compañero, le iba a valer un contrato profesional en la Liga y un salto posterior al mejor equipo de la competición: el Atlético de Bilbao -renombrado en época franquista-.

El cancerbero alternó en su carrera grandes exhibiciones con llamativos errores, siempre con un estilo moderno, eso sí, -heredado de su etapa inglesa-, novedoso e incluso circense, como las crónicas que hablan del portero vasco colgándose del travesaño o saliendo del área, práctica poco habitual en España. Un tipo peculiar que tuvo el honor de alzarse con el trofeo Zamora en 1947 e innumerables títulos en sus 16 temporadas bajo la meta de San Mamés.  

La racha goleadora de Sabino Barinaga  garantizó un futuro exitoso del vizcaíno en España. Las 62 dianas anotadas en 13 partidos en Inglaterra eran suficiente carta de presentación para que el Athletic y el Madrid trasladasen su lucha en los terrenos de juego a una batalla por su traspaso que cayó del lado blanco tras un breve paso por el filial rojiblanco.


Barinaga se gana el corazón de Chamartín
La carrera deportiva de Barinaga en el Madrid C.F. -en época republicana perdió la corona y la consideración de Real- duró una década, desde 1940 a 1950, con una breve cesión al Valladolid. Diez años en los que el 'inglés de Durango' no paró de sumar hitos para los merengues.

Barinaga abrió el marcador de Chamartín en el estreno del feudo madridista, el 14 de diciembre de 1947 ante Os Belenenses. El sueño del presidente Santiago Bernabéu tomó forma con la inauguración del coliseo madridista y el vasco se encargó de escribir su nombre en la historia del Madrid.

Los 70 tantos anotados en Liga le sitúan todavía en lo más alto de la tabla de artilleros históricos de la entidad. Goles que también se trasladaron a la Copa del Generalísimo, como su recordado póquer ante el Barcelona en la remontada 11-1 al Barcelona, tras haber caído 3-0 en Les Corts, dentro de las semifinales de la campaña 1942-43 que finalmente se adjudicó el Atlético (Athletic) de Bilbao.

Un choque visto desde la Ciudad Condal como el 'escándalo de Chamartín' y que precipitó la animadversión entre los dos clubes, debido entre otras cosas, y tal como argumentaron desde el equipo culé, al trato vejatorio que recibieron los azulgranas en aquella cita copera desde su llegada a la capital.

11-1, Madrid - Barcelona

Emilio Aldecoa entra en la historia del fútbol español
Centenares de niños no reclamados por sus familias se vieron obligados a proseguir con su destierro en la islas. Alguno de los cuales siguió la misma suerte que Lezama y Borinaga, convirtiéndose en futbolistas profesionales, en nuestros pioneros en la cuna del fútbol.

Entre aquellos chicos del Habana que continuaron en Inglaterra estaba el bilbaíno Emilio Aldecoa. Su pasión por el balón la siguió desarrollando en su trabajo en la compañía English Electric, donde participó en el equipo de la empresa.

La II Guerra Mundial frenó el desarrollo de las ligas domésticas británicas ya que la mayoría de las plantillas estaban en el conflicto bélico. En un intento por parte del Estado de conservar las costumbres propias del país, propuso recomponer los equipos de fútbol a partir de futbolistas semiprofesionales o amateurs que no estuvieran en combate.

La Primera división era inviable ponerla en marcha. En cambio, sí que era factible disputar una competición regional, con menores costes de desplazamientos, siempre y cuando los partidos se disputaran el sábado con luz solar, sin recurrir a los focos, para no llamar la atención.

El Wolverhampton Wanderers se hizo con los servicios de Aldecoa en 1943, cuya fama en la English Electric había llegado a los oídos del equipo de los 'lobos'. Aldecoa pasaba a ser, de este modo, el primer futbolista nacido en España que participaba en un club profesional de fútbol en Inglaterra y el primero en anotar un gol. Un futbolista que llamó la atención, tanto por su el impecable aspecto de galán, alejado del rudo arquetipo, y por su estilo juego: un exterior zurdo habilidoso que podía desempeñar las labores de interior.

Wolverhampton

Aldecoa tuvo una prolífica carrera que le condujo al Coventry City, antes de regresar al Athletic de Bilbao y pasar por el Barcelona, la verdadera pasión del llamado 'inglés', un vasco que no terminó de encajar en la entidad vizcaína y que encontró acomodo tanto en Valladolid como en el Barça, donde se vengó de los rojiblancos con un doblete en Copa y un inexplicable baile que le valió el odio de la afición de los 'leones'.

Los hermanos Gallego, José y Antonio, son otros de los pioneros nacidos en España y que tuvieron su presencia en el campeonato británico con destinos como Cambridge City y Norwich City, respectivamente. Dos refugiados que encontraron hueco en Inglaterra, una nación que rehusó acoger, en un principio, a una generación rota por las bombas, que recuperó parte de sus energías en un país extraño donde aprendieron a madurar deprisa y a disfrutar de un deporte que cambió sus vidas, tanto como con la propia guerra.