Uno de los destinos más complejos siempre había sido Inglaterra. El estilo de juego practicado en las islas y nuestra nula adaptación a las cultura británica no fueron obstáculo para que Nayim y los denominados 'Three Amigos' -Roberto Martínez, Sebas Fernández e Isidro Díaz- abrieran una senda inexplorada, un camino que ya había sido abierto por los verdaderos pioneros: los niños que desembarcaron en 1937 procedentes del Habana.
Los horrores de la Guerra Civil
La Guerra Civil Española se había iniciado en julio de 1936. La dureza de la batalla y la crueldad de los combates crecía con el paso de los años. En especial con los bombardeos indiscriminados, transformando la península en un laboratorio de pruebas para ejercicios militares. Los ataques aéreos del sur fueron obra de los republicanos -Ceuta, Tetuán, Sevilla, Córdoba...-, con la excepción de Zaragoza y Valladolid, mientras que los del norte llevaban el sello franquista y la firma de la Luftwaffe.
Las fuerzas áreas conjuntas italianas, alemanas y del bando nacional, contrario a la República, devastaron la población de Guernica (Gernika) en una de las operaciones dentro de la campaña de Vizcaya. Un panorama desolador extraordinariamente plasmado por Picasso en su célebre cuadro.
El miedo a que se repitieran los ataques forzó a que muchos ayuntamientos facilitaran el traslado de sus habitantes más jóvenes al extranjero -Reino Unido, Bélgica, Rusia o Francia, principalmente-, mientras se miraba con recelo cualquier movimiento en los cielos.
En 1937, desde las costas vascas, partieron numerosos buques con menores en su interior, huérfanos forzosos de la guerra civil. Uno de aquellos barcos, el Habana, salió el 20 de mayo de 1937 hacia Southampton. Un viaje sin billete de vuelta para muchos de sus ocupantes.
La llegada del Habana a Inglaterra
A pesar de que el Gobierno Británico se mantuvo reacio a acoger a los evacuados, finalmente cedió un espacio que no era sufragado por el Estado sino por un comité creado con tal fin, sin recurrir a los fondos públicos y necesitando de la ayuda desinteresada de la población de Southampton, la cual se volcó con sus nuevos vecinos.
Las donaciones privadas y la actividad de la propia comunidad local lograron que todas las necesidades de los niños estuvieran cubiertas, desde el equipamiento de las tiendas de campaña pasando por alimentos y ropa.
Los niños, superado el proceso de aclimatarse a su nueva situación, empezaron a realizar representaciones culturales como danzas populares y actividades deportivas, partidos de fútbol, donde el juego vivo y novedoso de alguno de los chicos logró llamar la atención de personas vinculadas a clubes profesionales de la región.
Impresionaron por encima del resto: Raimundo Pérez de Lezama, portero nacido en Baracaldo, y Sabino Barinaga, delantero de Durango. Dos vizcaínos que se enrolaban en el segundo equipo del Southampton, el club que había servido en el pasado de improvisada equipación para el Athletic al no encontrar los habituales tonos azules y blancos. Una casualidad que transformó la camiseta del conjunto vasco al rojiblanco que conocemos en la actualidad. Ahora dos imberbes vascos, por azares del destino, iban a enfundarse la elástica del Southampton. Un guiño del destino.
Pérez Lezama, posando con su equipación de portero. |
Southampton fue víctima de los bombardeos alemanes entre 1940 y 1941, era uno de los objetivos marcados en rojo por la Luftwaffe dado que en los alrededores de la población se fabricó el Spitfire -el legendario caza de la Royal Air Force británica-.
El mismo estruendo que alejó a aquellos jóvenes de sus casas resonaba para recordarlos que su nuevo refugio tampoco era seguro. Obligados por tales circunstancias, muchos de aquellos niños, convertidos prematuramente en adultos, regresaron a sus orígenes, en busca de un trabajo y de un porvenir.
Raimundo Pérez de Lezama pensó en trabajar en los Altos Hornos. Una visita previa al campo del Arenas de Getxo y una prueba por el club de apenas 10 minutos valió para demostrar que aquel novedoso estilo exportado de las islas: sacando con la mano y dirigiendo el balón siempre al compañero, le iba a valer un contrato profesional en la Liga y un salto posterior al mejor equipo de la competición: el Atlético de Bilbao -renombrado en época franquista-.
El cancerbero alternó en su carrera grandes exhibiciones con llamativos errores, siempre con un estilo moderno, eso sí, -heredado de su etapa inglesa-, novedoso e incluso circense, como las crónicas que hablan del portero vasco colgándose del travesaño o saliendo del área, práctica poco habitual en España. Un tipo peculiar que tuvo el honor de alzarse con el trofeo Zamora en 1947 e innumerables títulos en sus 16 temporadas bajo la meta de San Mamés.
La racha goleadora de Sabino Barinaga garantizó un futuro exitoso del vizcaíno en España. Las 62 dianas anotadas en 13 partidos en Inglaterra eran suficiente carta de presentación para que el Athletic y el Madrid trasladasen su lucha en los terrenos de juego a una batalla por su traspaso que cayó del lado blanco tras un breve paso por el filial rojiblanco.
Barinaga se gana el corazón de Chamartín
La carrera deportiva de Barinaga en el Madrid C.F. -en época republicana perdió la corona y la consideración de Real- duró una década, desde 1940 a 1950, con una breve cesión al Valladolid. Diez años en los que el 'inglés de Durango' no paró de sumar hitos para los merengues.
Barinaga abrió el marcador de Chamartín en el estreno del feudo madridista, el 14 de diciembre de 1947 ante Os Belenenses. El sueño del presidente Santiago Bernabéu tomó forma con la inauguración del coliseo madridista y el vasco se encargó de escribir su nombre en la historia del Madrid.
Los 70 tantos anotados en Liga le sitúan todavía en lo más alto de la tabla de artilleros históricos de la entidad. Goles que también se trasladaron a la Copa del Generalísimo, como su recordado póquer ante el Barcelona en la remontada 11-1 al Barcelona, tras haber caído 3-0 en Les Corts, dentro de las semifinales de la campaña 1942-43 que finalmente se adjudicó el Atlético (Athletic) de Bilbao.
Un choque visto desde la Ciudad Condal como el 'escándalo de Chamartín' y que precipitó la animadversión entre los dos clubes, debido entre otras cosas, y tal como argumentaron desde el equipo culé, al trato vejatorio que recibieron los azulgranas en aquella cita copera desde su llegada a la capital.
Emilio Aldecoa entra en la historia del fútbol español
Centenares de niños no reclamados por sus familias se vieron obligados a proseguir con su destierro en la islas. Alguno de los cuales siguió la misma suerte que Lezama y Borinaga, convirtiéndose en futbolistas profesionales, en nuestros pioneros en la cuna del fútbol.
Entre aquellos chicos del Habana que continuaron en Inglaterra estaba el bilbaíno Emilio Aldecoa. Su pasión por el balón la siguió desarrollando en su trabajo en la compañía English Electric, donde participó en el equipo de la empresa.
La II Guerra Mundial frenó el desarrollo de las ligas domésticas británicas ya que la mayoría de las plantillas estaban en el conflicto bélico. En un intento por parte del Estado de conservar las costumbres propias del país, propuso recomponer los equipos de fútbol a partir de futbolistas semiprofesionales o amateurs que no estuvieran en combate.
La Primera división era inviable ponerla en marcha. En cambio, sí que era factible disputar una competición regional, con menores costes de desplazamientos, siempre y cuando los partidos se disputaran el sábado con luz solar, sin recurrir a los focos, para no llamar la atención.
El Wolverhampton Wanderers se hizo con los servicios de Aldecoa en 1943, cuya fama en la English Electric había llegado a los oídos del equipo de los 'lobos'. Aldecoa pasaba a ser, de este modo, el primer futbolista nacido en España que participaba en un club profesional de fútbol en Inglaterra y el primero en anotar un gol. Un futbolista que llamó la atención, tanto por su el impecable aspecto de galán, alejado del rudo arquetipo, y por su estilo juego: un exterior zurdo habilidoso que podía desempeñar las labores de interior.
Aldecoa tuvo una prolífica carrera que le condujo al Coventry City, antes de regresar al Athletic de Bilbao y pasar por el Barcelona, la verdadera pasión del llamado 'inglés', un vasco que no terminó de encajar en la entidad vizcaína y que encontró acomodo tanto en Valladolid como en el Barça, donde se vengó de los rojiblancos con un doblete en Copa y un inexplicable baile que le valió el odio de la afición de los 'leones'.
Los hermanos Gallego, José y Antonio, son otros de los pioneros nacidos en España y que tuvieron su presencia en el campeonato británico con destinos como Cambridge City y Norwich City, respectivamente. Dos refugiados que encontraron hueco en Inglaterra, una nación que rehusó acoger, en un principio, a una generación rota por las bombas, que recuperó parte de sus energías en un país extraño donde aprendieron a madurar deprisa y a disfrutar de un deporte que cambió sus vidas, tanto como con la propia guerra.
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