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viernes, 12 de diciembre de 2014

La alocada tripulación de Turbonegro arrasa Madrid

No hay duda de que el inglés es el idioma oficial del rock y del pop. La lengua de Shakespeare ha servido de vehículo para que Inglaterra y Estados Unidos exportaran a sus grupos musicales a todos los confines del globo, ayudados primero por la radio y después por la TV.

La aparición de sellos internacionales musicales potenciaron el nacimiento de movimientos culturales en otros lugares, abriendo el mercado a países que habían tenido hasta entonces un papel secundario. ABBA fue uno de los responsables de liberar las fronteras del norte. El cuarteto sueco tuvo que esperar un lustro para que otros compatriotas, Europe, volvieran a poner los ojos sobre sus frías tierras. Una mirada que ya no desapareció en los 80 y 90 con la irrupción de Roxette, A-ha o Ace of Base.

Las posteriores oleadas que comenzaban a venir de los dominios de Odín crecieron en número y potencia. Transformando a Suecia, Noruega y Finlandia como la mejor cantera del sonido gótico y extremo, del metal más demoledor y oscuro.



De Suecia: Candlemass, Entombed, Bathory, Yngwie Malmsteen, Opeth, At The Gates, In Flames, Hellacopters, Hardcore Superstar, Tiamat, Ghost, Hammerfall, Katatonia, Backyard Babies, Arch Enemy, Therion...

De Finlandia:  HIM, Nightwish, The Rasmus, Apocalyptica, Children of Bodom, Sonata Arctica, Poisonblack, Charon, Stratovarius, The 69 Eyes, Lordi, Impaled Nazarene, To/Die/For...

De Noruega surgían parte de los 'mayores demonios' del rock contemporáneo a ritmo de death metal y black metal -con referentes como Mayhem, Burzum, Emperor, Darkthrone, Immortal o Enslaved-.  A la par que ellos, Gluciefer y Turbonegro se abrían paso con toques más garajeros, coqueteando con el punk, un estilo similar al que practicaban Backyard Babies o The Hellacopters en Suecia.

Turbonegro
Cuando uno analiza a Turbonegro, no encuentra nada novedoso en su oferta. El combo noruego ha mezclado varios conceptos tanto musicalmente como estéticamente desde que nacieran a finales de los 80. Se trata de un hard-rock que a veces se acerca al punk clásico de Nueva York, mamado directamente de los Dictators, para otras pasar por un estilo glam, tendencia que se vislumbra en sus maquillajes y el aspecto tanto andrógino como teatral, que bien podría haber firmado un Bowie o Alice Cooper.


Entonces, ¿a qué se debe el éxito? El éxito de Turbonegro se compone de un puñado de muy buenas canciones, temas con atractivas melodías que invitan al movimiento, a una grandiosa puesta en directo -casi circense; siempre cómica-, y a la personalidad de sus líderes sobre el escenario. Una figura encarnada anteriormente por el inconfundible Hank Von Helvete y ahora retomada por un fan del grupo que ha cumplido su sueño de liderar a la banda que tanto adoraba.

Todo ello sumado al repóquer de discos claves en la historia de la banda, y del punk-rock escandinavo. Un quinteto formado por 'Never Is Forever', 'Ass Cobra', 'Apocalypse Dudes', 'Scandinavian Leather' y 'Party Animals'. 

Turbonegro en la Sala Penélope. Madrid, 11 de diciembre de 2014

El ambiente gélido en la sala Penélope fue pronto resuelto por el calor humano del público al hacerse hueco en los estrechos recovecos que dejaba la pista.

Los encargados de calentar el ambiente fueron los baracaldeses Porco Bravo con un show magistral donde además de sonar compactos, ofrecieron ese punto de implicación con el público que se está perdiendo, así como la capacidad de Manu, cantante, de provocar con la mirada, de incitar en cada gesto y escandalizar tanto con sus poses como actos, como cuando se quemó el periódico en el pecho o se grapó la cara, actitudes rebeldes que parecían haberse apagado en nuestros escenarios. Una herencia perdida desde el punk de los 70 y 80 que esta noche se recuperó.

Manu no dudó en subirse a una tabla de surf para buscar la ola buena en la Penélope

La espera se hizo interminable antes de que Turbonegro tomara el relevo de la formación de Barakaldo. Los noruegos se han dejado en el camino a su anterior frontman y desde 2011 el barco está capitaneado por un antiguo seguidor acérrimo que ahora asiste a los conciertos desde el otro lado del escenario.

Con bastante retraso, la robusta figura del británico Tony Silvester hizo acto de escena junto al resto de la formación, cuya imagen es un cruce entre unos marineros despistados que buscan sexo desesperadamente en cualquier puerto -como si fueran asiduos al legendario bar la Ostra Azul- o un grupo de personas trasnochadoras que pretenden homenajear a los Village People por un puñado de monedas. Y es que Turbonegro además de buena música, es una imagen con su copyright.

La falta de puntualidad pronto fue perdonada por el impaciente público madrileño. Los noruegos han sido inteligentes a la hora de preparar el material que sonaría en esta gira. Se han olvidado de la escasa repercusión de los últimos dos trabajos para dar la relevancia que se merece a las joyas que guardan su discografía.

Euroboy eligió un 'discreto atuendo' para saltar a la sala Penélope

Aunque el protagonismo, y las miradas, se dirigían al nuevo cantante, evaluándole, el peso de la actuación recayó sobre el aparente impasible Knut Schreiner, conocido como Euroboy, el cual marcó el compás a través de esos extraordinarios acordes que tiene Turbonegro y que este portento de las seis cuerdas sabe dosificar.

Los grandes éxitos caían uno tras otro, con una atronadora fuerza a la que le faltó un mejor sonido desde el micrófono. All My Friends Are Dead, Blow Me (Like The Wind), Are You Ready (For Some Darkness), Rock Against Ass, Sell Your Body (To The Night) desfilaron por la cubierta de proa en la primera parte del set.

En medio de cada tema se colaba de vez en cuando el número particular de Happy Tom. El bajista, bajo su estética de grumete despistado, hizo de improvisado traductor de un charlatán Silvester. Dos circunstancias que o bien pudieron hacer carcajear o cortar el ritmo de aquel que buscara sólo música.

Las capas de maquillaje del quinteto iban despareciendo en la noche para dar paso a dos de la más deseadas de su repertorio. Fuck The World y Get It On aceleraron otra vez a la multitud antes de ofrecer el primer parón de su descarga.


El regreso del grupo sobre las tablas sirvió para dejar patente la calidad como músicos al interpretar primero The Age Of Pamparius y luego encadenar con riffs varios éxitos de la historia de música de los 80 y 90. Entre notas de Nirvana y Metallica asomó una versión de Dire Straits que condujo al inevitable final, al himno de los nórdicos que no es otro que el I Got Erection.

Un tema corto, sencillo, pero popular en muchos rincones del planeta -no en vano, el equipo alemán del St. Pauli lo usa como banda sonora-. Madrid, que no es menos, también quiso degustarlo, y con su animoso coro y más animado mensaje dejó al público madrileño con la libido subida y una sonrisa de oreja a oreja. Porque la duda es: ¿hay alguien en el mundo al que no le estimule Turbonegro? Lo dudo. Y si hay alguien... ¡que le jodan al mundo!


6 comentarios:

  1. Felicidades por tu entrada, se ve que controlas también en los temas musicales.
    Yo me quedé un poco desfasado.
    Recuerdo uno de los grupos comentados con una canción que decía:
    ¡MAMA MÍA!

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    1. ¡Hola Manuel!
      El apartado musical es muy importante también en este blog. Sólo hay que ver la cantidad de entradas que he hecho sobre grupos y conciertos.

      Un abrazo.

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  2. Ya lo hablamos el otro día, estos Turbonegro no me acaban de convencer, yo es que en el Punk soy muy clásico.

    Fdo Gonzalo

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    1. Lo sé. Lo sé.

      Pensaba que te iba a encajar este grupo un poco más. Aunque suponía que ya los conocerías por Vicen.

      Un abrazo.

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    2. Ya, es como los Backyard babies, es que no les pillo el truco.

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    3. De ellos solo tengo un CD, de los Backyard Babies, y no me disgusta. Es más, hay una canción que me parece una pasada: I Love To Roll.

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