Nadie parece acordarse de ellas, pero gracias a aquellas cintas grabábamos los partidos, videoclips, conciertos y películas que forman parte de nuestra colección de recuerdos
Pocos artistas españoles pueden sentirse tan universales como Raphael. A la altura de otro mito de la canción española como Julio Iglesias, con el que ha compartido una carrera profesional muy similar compuesta de etapas personales de superación y de coqueteos con el cine, encandilando a varias generaciones.
Quizás la gran diferencia entre ambos es que el genio de Linares ha sabido conquistar a un nuevo público, siendo algunos de sus temas tarareados en lugares tan sorprendentes como campos de fútbol, como el célebre 'Mi gran noche', que a la vez sirvió de título homónimo para la película de Álex de la Iglesia, uno de sus grandes incondicionales en la actualidad.
Si los números y premios definen a un artista, en el caso de Raphael hablan por sí solos: 326 discos de Oro, 49 de Platino, y el único disco de Uranio entregado a un cantante de habla hispana por las ventas de más de 50 millones de copias de una dilatada trayectoria compuesta por 50 discos de larga duración.
La gira 'RESinphonico Tour' es la continuación del proyecto musical nacido en 2015 junto a la Orquesta Sinfónica de RTVE y que recorrió los teatros y auditorios más importantes de Europa, Sudamérica y Norteamérica. Con este concepto musical se presentaba en Madrid, en la ciudad que le acoge como hijo adpotivo desde 2018.
Raphael en el WiZink Center de Madrid, 19 de diciembre de 2019
Grandioso. Excelso. Artista. Músico. Teatral. Grandilocuente. Icono. Estrella. Irrepetible. Exagerado. Único. Eterno. Estos son los adjetivos que podrían encajar a las más de dos horas y media de actuación de Raphael en el Palacio de los Deportes de la Comunidad de Madrid.
Un recital donde no faltaron cualquiera de sus grandes éxitos, algunos de ellos con una puesta en escena hollywoodiense y una versión digna de cualquier film de James Bond, recargada y grandiosa, a la altura del artista. Ofreciendo una vuelta de tuerca a esos himnos clásicos para adaptarlos a los nuevos tiempos con un estilo más de pista de baile, más actual.
'Yo Soy Aquel', 'Digan lo que digan', 'Que Sabe Nadie', 'Estar Enamorado', 'Aunque A Veces Duela', 'Como yo te amo' o 'Escándalo' brillaron con luz propia. La que tiene el propio Raphael cuando salta al escenario y atrapa al espectador con sus gestos, intensidad y devoción por la música, en otra gran noche de esta andaluz universal que como los buenos vinos mejora con los años y con cada show.
La temporada 2019-20 no está siendo la deseada por el Manchester United en la Premier League. El cuadro mancuaniano se ha descolgado pronto de la cabeza y tendrá que luchar mucho para lograr al final de curso una plaza europea.
Cinco han sido los grandes artífices de los 'diablos rojos' para firmar estos 2.000 goles.
Wayne Rooney – 183 goles
Ryan Giggs – 109
Paul Scholes – 107
Ruud van Nistelrooy – 95
Andy Cole – 93
A falta de alegrías en el torneo liguero, los aficionados del Teatro de los Sueños se pueden aferrar a este récord que refuerza la grandeza y gloria de los ‘diablos rojos’ en el fútbol inglés, evidenciada en el hecho de que el Arsenal, segundo en la clasificación, tanto en la de goles como en la de puntos en la Premier, necesitaría casi dos campañas, puesto que les separa 140 goles y en los dos últimos cursos han sumado 143 unidades, para firmar también las 2.000 dianas que ha logrado este octubre de 2019 el Manchester United.
The Cult es una banda británica ochentera de hard rock que ha sabido influenciarse de diversas fuentes a lo largo de su existencia, tanto de la música folk de la Norteamérica indígena a grandes mitos setenteros como The Doors o Led Zeppelin. Para ello contaba con dos pilares claves que se han mantenido inmutables en la formación: la extraordinaria voz de Ian Astbury -de hecho pudo ser el Jim Morrison que buscaba Oliver Stone para su película- y la clase de Billy Duffy a las seis cuerdas. Junto a ellos han desfilado multitud de artistas ocupando otros roles en la banda, como Matt Sorum o John Tempesta, quien lleva desde 2006 dirigiendo la percusión de este gran grupo que siempre ha podido ser más de lo que es y ha sido.
Porque The Cult ha tenido ingredientes para haber triunfado más de lo que lo hizo. Empezando por su evolución musical constante, con aderezos de música gótica en sus inicios, para posteriormente verse influenciado tanto por la estética como sonido de los indígenas norteamericanos, dándole un sello personal a ese rock potente que ya era suficiente argumento para tener éxito, como demuestran sus grandes discos, siendo el póker formado por 'Dreamtime', 'Love', 'Electric', 'Sonic Temple' y 'Ceremony' indispensables para cualquier melómano enamorado de los sonidos algo más duros. Para terminar, el magnetismo que irradiaban desde los escenarios la dupla Astbury y Duffy era rotundo. Tan rotundo como el mal ambiente que han vivido en muchas ocasiones entre varios exmiembros de la formación.
Nunca subieron al escalón más alto del rock, al de las bandas que llenaban estadios por sí solas, como sí podían presumir Queen, U2, Kiss, Guns N’ Roses, Metallica, Rolling Stones, AC/DC o Bon Jovi. Es cierto que los 80 y 90 es el nacimiento y consagración de tantas formaciones que era casi imposible sacar la cabeza para sobresalir. Si bien fue una gran época para ser escuchado, por el peso que entonces tenía el rock y que tendría casi su colofón hasta el grunge, para después dejar el rock la popularidad justo antes del relevo del milenio.
The Cult es consciente que el terreno que no se labró no se va a recuperar en estos años, pero sí saben que la nostalgia pude seguir enganchando emocionalmente a los antiguos seguidores. En 2009 interpretaron en una gira el ‘Love’ al completo, el disco que significó el mejor resultado comercial con 2,5 millones de unidades vendidas. Un álbum oscuro y brillante, oscuro por su sonido con ramalazos góticos y también brillante por la genialidad compositiva de muchos momentos.
Ahora, y coincidiendo con el trigésimo aniversario, repiten la fórmula de hacer una gira basándose con otra de sus aclamadas obras. ‘Sonic Temple’ es, en parte, la cara opuesta al 'Love', con una alegría manifiesta en las guitarras, en los violines o los coros y hasta en la portada, dejando atrás el elegante negro, rojo y plata de la cubierta de ‘Love’ para mostrar una icónica imagen de Duffy tocando la guitarra en una posición que parece el Hombre de Vitruvio del rock. Todo ello sobre varios colores mezclados psicodélicamente. Mostrando así la evolución de The Cult en todas las vertientes, en el continente y en el contenido.
The Cult en la Sala La Riviera de Madrid, 21 de agosto de 2019
Ian Astbury saltaba al coqueto recinto de la sala de La Riviera, repleta para la ocasión, con esa pose casi hierática que siempre ha estilado, oculto tras unas gafas de sol y sorprendentemente abrigado. Duffy era la antítesis, buscando con la mirada al público y repitiendo la pose de la portada al comienzo de cada riff. El bajista y la batería, pese a ser de renombre, John Tempesta, permanecían en un discreto segundo plano.
El disco 'Sonic Temple' fue desgranándose en orden distinto a cuando fue publicado en 1989. No era el único cambio respecto a la obra original. Dado que el tempo musical y el tono de voz eran algo distintos, evidenciando que no había partes grabadas ni apoyos a la voz de Astbury, la cual sufrió altibajos durante el concierto. No mucho, pero humanizando su actuación.
+ A SONIC TEMPLE + MADRID // TONIGHT // SOLD OUT
Entradas agotadas para The Cult para su concierto en la Riviera de Madrid.
Especialmente fue celebrada por la audiencia madrileña la interpretación del Edie (Ciao Baby) y el Fire Woman para pasar a dar un repaso rápido por otras épocas del grupo, como el Rise y el American Gothic, inesperados en este repertorio y una terna más clásica que arrancaba con Spiritwalker y acababa con un himno como She Sells Sanctuary.
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Después del parón y de los agradecimientos de un Astbury que ya había dejado atrás su máscara de aparente frialdad para congratularse con el público, llegaba el bloque final con Wild Flower, Rain -que hubiera venido muy bien sobre la caldera en ebullición que era en esos momentos la Riviera- y como broche final sonaba Love Removal Machine, el cual dejaba a todos con ganas de más, con la sensación de que dos temas extras hubieran llevado al cielo a esta gran e infravalorada banda que, aún así, ha tenido su reconocimiento. Al menos por otra noche más se mantendrá su culto.
La carrera musical de Jon Bongiovi nunca habría tenido el mismo desenlace sin la aportación de cuatro grandes músicos, dos de los cuales -el teclista David Bryan y el baterista Tico Torres- todavía siguen siendo parte de la formación de la banda desde 1981. Las cuerdas es donde la formación ha experimentado más cambios en estos años: primero fue el bajista Alec John Such, desde 1994, y más tarde el carismático guitarrista Richie Sambora, tras abandonar el grupo en 2013 por decisión personal. A ellos también habría que añadir el breve paso de Dave Sabo, posteriormente fundador de Skid Row. Otro de los elementos claves del rock de New Jersey, siempre bajo la sombra musical del gran Bruce Springsteen.
Los dos primeros discos de Bon Jovi -dando un nombre más comercial al apellido del cantante- estaban más marcados por el peso del teclado y la excesiva velocidad en la producción. El éxito rotundo para el grupo estadounidense llegaba con el tercer y cuarto trabajo, caracterizados por el sonido de las guitarras de Sambora y un estilo musical más variado, desde el hard rock más ochentero al country -que le serviría después a Jon para interpretar la BSO de la película Arma Joven II. Un western moderno que demandaba melodías más actuales para seducir a otras generaciones-.
Los álbumes 'Slippery When Wet' y 'New Jersey' elevaron muy alto el listón musical al quinteto, tanto en crítica como en ventas, rozando los 50 millones de discos. Son dos obras indispensables para entender el auge en popularidad del rock de finales de siglo XX. Lo que explica que Bon Jovi fuera un pionero en cruzar el telón de acero y encabezar un concierto de vanguardia de la URSS, además de liderar un cartel del Monster Of Rock de 1987, incluso por delante de W.A.S.P. y Metallica.
Las fronteras musicales también se derribaban con 'Keep The Faith' en 1992, en lo que fue el último gran impacto en ventas. Posteriormente 'These Days' suponían en 1995 un pequeño giro musical que fue bien recibido por el público y la prensa especializada, por oscurecer algo el sonido y otorgarle una madurez al trabajo. El último halo de esperanza a una gran carrera que amenazaba con difuminarse entre temas intrascendentes y canciones lentas sin sustancia.
Bon Jovi en el Wanda Metropolitano de Madrid, 7 de julio de 2019
Con una extraordinaria puntualidad, casi británica, el combo estadounidense salía ante un público mayoritariamente femenino que llenaba el coliseo rojiblanco -aproximadamente 50.000 personas-, bajo un escenario formado por varios paneles gigantescos que permitía mostrar las evoluciones de los músicos sobre el escenario. Un muro luminoso que acapararía la mirada de todos durante las siguientes dos horas y media.
Arrancaron con el tema que da nombre al último disco, This House Is Not For Sale, para después hilar tres clásicos de golpe -Raise Your Hands, You Give Love A Bad Name y Born To Be My Baby-. . Y es que la noche pedía más temas antiguos que nuevos. Una noche para pocos experimentos y ofrecer las fórmulas que funcionan y han funcionado.
Por mucho que pases los años, la música de Bon Jovi de la década de los 80 y 90 sigue teniendo magnetismo, tanto como su cantante, quien no dejaba de brincar y sonreír al público, rendido ante uno de los grandes sex-symbols del mundo del rock, quien no ha perdido ni una pizca de su atractivo, ni siquiera de su forma física. Un estado envidiable que también parecen compartir, a su manera, David Bryan y Tico Torres.
Uno de los grandes peros del concierto fue la acústica del recinto, además de la dificultad de Jon para llegar a ciertas notas más exigentes -todo ello con la lupa encima suya tras la polémica sobre el uso de playback en esta gira-. Por otro lado, el resto de miembros del grupo permanecían en un discretísimo segundo plano, exceptuando a David Bryan. Algunos de ellos en sus grises, y prácticos, papeles de músicos de estudio a los que cuesta cuajar en directo, porque no hay que olvidarse que sustituir a Sambora y hacer sombra a Jon Bon Jovi es complicado en todos los aspectos.
Amen y Bed Of Roses, con estribillos en español, fueron las baladas marca de la casa escogidas para la ocasión, para acaramelar a un público que lleva tiempo enamorado de su figura, y que sirvió de preámbulo para mostrar nuevos temas que pronto eran devorados por viejos himnos.
Los seis últimos temas no se movieron de la década dorada del grupo, de los 80 y 90, de la época que el público mayoritariamente quería escuchar. Desde Wanted Dead Or Alive hasta Bad Medicine. Justo la medicina que reclamaba la afición madrileña que rebosaba el estadio y no dejaba de cantar o corear, especialmente cuando I'll Be There For You y Livin' On Prayer terminaron por coronar una gran noche de viejas canciones y músicos que parecen ser conservados en formol, aunque la voz y las canas evidencien que los años pasan incluso para las grandes estrellas del rock.
Eddie Vedder se ha convertido en la voz superviviente del 'grunge'. Un movimiento musical surgido en Seattle en los 90 en el que el nihilismo y la desesperación ponían la letra a una generación desencantada. Aquella atmósfera depresiva cumplió su maldito propósito al llevarse a todos los máximos exponentes de aquel sonido tan propio, arrancando con Andrew Wood (Mother Love Bone) y Kurt Cobain (Nirvana) para seguir con Scott Weiland (Stone Temple Pilots), Layne Staley (Alice In Chains) y Chris Cornell (Soundgarden). Cinco grandes cantantes idolatrados y alabados que llenaban estadios, pero incapaces de seguir viviendo a causa de las adicciones y de un vacío existencial.
Vedder es, hasta el momento, el gran superviviente de esta fatalidad que ha asolado al 'grunge'. El cantante de Illinois llegó para colaborar en el disco póstumo de Andrew Wood, haciendo duetos con Chris Cornell. Aquella fue su carta de presentación, la cual sirvió para tomar las riendas de Pearl Jam, junto a Stone Gossard y Jeff Ament, otras dos piedras angulares de este estilo musical.
El sobresaliente éxito comercial de Pearl Jam hizo que el grupo se embarcara en extenuantes giras que, pese a visitar España, terminaban por sortear Madrid por distintos motivos, empezando porque la capital ha adolecido durante décadas de tener un gran local donde albergar este tipo de eventos.
En 2006 Pearl Jam visitaba Madrid en uno de los conciertos más maravillosos que se han ofrecido nunca en la capital por parte de cualquier grupo de rock. Eddie Vedder y compañía, conscientes de que su anterior actuación databa de 1992, ofrecieron un repertorio distinto a lo ofrecido en el resto de ciudades, como queriendo compensar al público madrileño por tantas ausencias. Aquel espectáculo hechizó a propios y extraños, estrechando los lazos entre grupo y ciudad.
Ahora, trece años después de aquel grandioso show y veintisiete desde su primera aparición, era Vedder el que se asomaba de nuevo por el Palacio de los Deportes, en una versión más íntima y sin sus compañeros habituales de fatigas.
Eddie Vedder en el WiZink Center de Madrid, 22 de junio de 2019
Pocas veces el pabellón madrileño había sentido cómo una sola voz y un solo instrumento eran capaces de sonar con tanta energía. Lo curioso es que lo vivió dos veces: primero, cuando el oscarizado Glen Hansard hizo de solitario telonero, logrando levantar al público en varias ocasiones. Y segundo, cuando Eddie Vedder tomó el relevo del guitarrista irlandés.
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El show de Vedder fue sobrio en su puesta en escena y enérgico en su ejecución. Sobre una alfombra y alumbrado por varios puntos de luz, tomando casi de prestado dos de los elementos característicos de los acústicos de Nirvana y Alice In Chains-, el líder de Pearl Jam hizo una particular lectura de su carrera musical, interpretando unas veces grandes éxitos de la banda de Seattle, véase Better Man, como temas que han pasado más de puntillas, e incluso algunos de su cosecha propia, como dos fragmentos de la BSO 'Into the Wild'.
También hubo lugar para las versiones, en especial un sentido Wildflowers como homenaje póstumo a Tom Petty.
La cercanía de Vedder y el entusiasmo del público ya habían alcanzado cotas altas, superadas definitivamente cuando Vedder dejó las seis cuerdas a Hansard para interpretar una gran versión de Black, más tierna aún con los violines sonando de fondo y los coros tarareados por todo el pabellón, en perfecta armonía.
El punto final lo puso la habitual versión del Rockin' In The Free World de Neil Young, tan habitual como colofón en los conciertos de Pearl Jam y también en esta versión más íntima de Vedder, sin sus compañeros habituales de viajes y solo con la compañía de cuatro violines, la voz y guitarra de Hansard y un montón de fans, que adoran y miman a uno de los mitos del 'grunge'.
Hans Zimmer se ha convertido en las últimas décadas en un valor indispensable en la industria del cine. La manera que tiene el compositor alemán de crear bandas sonoras no para de ganar adeptos, mezclando los instrumentos clásicos con elementos más vanguardistas, desde guitarras eléctricas a recursos electrónicos, dando su característico sello personal a sus obras, pero siempre teniendo al piano o a los teclados como base principal.
No en vano, los comienzos de Zimmer siempre han estado ligado a las teclas desde la vertiente más pop, desde su etapa con The Buggles, con el que participó en dos discos y participó incluso en el archiconocido videoclip Video Killed The Radio Star, primero en la historia en ser emitido en la MTV (1981), hasta su colaboración como artista invitado con el grupo Mecano como teclista en el primer disco directo de la formación española (1984).
Omnipresente en el cine
La década de los 80 fueron los comienzos de Zimmer en el cine, componiendo temas para grandes películas de la década -como Rain Man o Paseando a Miss Daisy-, siendo relevante la primera -dirigida por Barry Lewinson-, por ser su primera nominación al Oscar.
Una estatuilla, la única que tiene de la Academia de Hollywood, que llegaba definitivamente en 1995 de la mano del Rey León, donde las voces y la melodía confieren una constante alegre melodía a la cinta, encajando perfectamente en una película Disney ambientada en África y alejándose del estilo más oscuro, recargado e intimista que ha ofrecido más recientemente en la trilogía del Batman de Christopher Nolan o con Hannibal, pero a la vez evidenciando ese gusto, que poco a poco ha ido incrementando, de mezclar sonidos exóticos -a través de instrumentos menos convencionales- y sumarle voces potentes, como ocurriera con Gladiator. Otra de sus reconocibles firmas, junto a la de sumar cada vez más instrumentos a una misma melodía que parece no parar de crecer.
Hans Zimmer en el WiZink Center de Madrid, 7 de abril de 2019
Poco más tarde de las siete de la tarde, medio centenar de músicos iban tomando sus asientos para mostrar en directo parte de la obra de Hans Zimmer, sin la presencia del compositor teutón, pero con su espíritu latente a través de la dirección de Gavin Greenaway.
'Batman' fue la primera de la lista en caer, y después el 'Rey Arturo' y 'Misión Imposible 2' -con ese toque hispano que llevan las guitarras que tan bien encajaba en la capital madrileña-, en una noche donde se alternaban las bandas sonoras más representativas del músico alemán, quien aparecía de cuando en cuando por los monitores en grabaciones donde explicaba detalles de sus obras, siendo este uno de los puntos negativos del concierto, dado que las conversaciones eran algo largas y en inglés pero sin subtítulos, privando a muchos de los presentes de entenderlo y por lo tanto rompiendo la dinámica del concierto, que empezaba a abusar de estas pausas.
No todo era sobriedad, las piezas de 'Madagascar', 'Kung Fu Panda' y el 'Rey León', correspondientes a películas de animación, llenaron de color y alegría el reciento madrileño, que acompañó en buena parte a los músicos a la hora de proyectar luces a través de sus móviles, dándole un toque más distendido a esta parte del espectáculo.
Pese al detalle de obviar cualquier fragmento de 'Interstellar' o de incluir a 'Holiday' en el repertorio, la sola descomunal presencia de la cantante australiana Lisa Gerrard para recrear los pasajes más famosos de 'Gladiator' y para elevar a los altares el tema Injection, compensaban cualquier lapsus previo y justificaban la cita.
El final se acercaba y nada mejor que el tema Time perteneciente a la película 'Incepción (Origen), remarcando ese binomio de colaboración entre Zimmer y el director Nolan, para sumir al pabellón en un respetuoso silencio donde apreciar cada violín y la intensidad de cada percusión y nota al piano.
Un anticipo idóneo para la fiesta final, que no era otra que ondear la bandera pirata y dejarse llevar por los ritmos acelerados de 'Piratas del Caribe', digno colofón a un hermoso viaje por las bandas sonoras de uno de los músicos más sobresalientes del actual Hollywood. Un hombre, Hans Zimmer, que ha sabido transformar su música desde el pop más electrónico hasta integrar los sintetizadores y recursos electrónicos a la orquestación, acercándolo a todos los públicos.
New England Patriots se ha alzado con la edición LIII de la Superbowl ante Los Angeles Rams por 13-3, en un partido celebrado por tercera vez en Atlanta y por primera en el fastuoso Mercedes-Benz de la capital de Georgia, y que ha servido para coronar a Tom Brady y a los Pats con su sexto anillo, igualando a los Steelers.
Se trataba de un partido de contrastes: por un lado la exitosa franquicia de los Patriots, habituales en estas citas y con el mayor número de títulos en sus vitrinas, y por otro los Rams, con solo un galardón Vince Lombardi, fruto de su etapa vivida en San Louis y no en Los Angeles.
Los contrastes también se vivía en la dirección, tanto sobre el rectángulo de juego como en las labores tácticas. Los 41 años del mariscal de campo Tom Brady y los 66 años del entrenador Bellichick se medían ante los 24 años del quareback Jared Goff y los apenas 33 del técnico McWay, evidenciando el doble choque y relevo generacional.
Para sumar diferencias, los Patriots siempre han estado vinculados a Boston y a Massachusetts, mientras que los Rams han hecho las mudanzas en varias ocasiones, pasando por Cleveland, Los Angeles, Sant Louis para regresar a la ciudad angelina.
La final: Rams vs Patriots
Primer cuarto
Tom Brady no pudo empezar peor la final. La intercepción que vivió en su primer intento de pase de la noche presagiaba una final complicada que poco a poco se iba esfumando a base de aciertos y de yardas avanzadas, aunque no acabara ninguno en puntos -incluyendo un error en un lejano field goal-.
Pese a la igualdad en el electrónico, los Pats eran superiores a su rival en cuanto a números y sensaciones. La conexión Brady - Edelman seguía escarbando en la defensa azul y amarilla.
A falta de 10 minutos llegaba a través de un FG de Stephen Gostkowski los tres primeros puntos del día a favor del conjunto de Nueva Inglaterra. Y es que las defensas estaban destacando por delante de los ataques. Goff daba buena cuenta de ello al no poder culminar otra posesión tras caer en otro sack e incluso Brady sufría para encontrar a sus receptores. Con este panorama no era de extrañar que se cerrara la primera mitad con un escueto 3-0.
Tercer cuarto
El grupo Maroon 5 fue el encargado de proporcionar los minutos musicales al entretiempo y Edelman era el encargado de sumar yardas para los suyos, presentando la candidatura para el MVP. Mientras el tanteo entre ambos no se reflejaba en el exiguo marcador. Que bien pudo cambiar con un gran servicio de Goff, entonándose en este cuarto, que salvaban los de Boston in extremis pero que terminaba conduciendo al empate.
Último cuarto
En un intercambio de drives no productivos, asomaba la gigantesca figura de Gronkowski en dos acciones que servían de antesala al primer touch down de la final de Sony Michel, el que ponía el 10-3.
Las recepciones de Cooks seguían siendo el salvavidas que mantenían a los californianos a flote. Un pase de Goff se quedaba a medio camino para que Gilmore cazara el balón con comodidad. Tan importante como los avances de Sony Michel y Burkhead como si anduvieran por una alfombra, preparando el field goal que Gronkowski anotaba, dando la victoria definitiva con el 13-3. De este modo, los Patriots conseguían su sexto Vince Lombardi, poniéndose a la altura de títulos de los Steelers.