La banda escocesa Simple Minds también se ha sumado a esa moda de celebrar las décadas de aniversarios desde que el grupo diera la luz. Son cuatro ya los que iluminan a este grupo de Glasgow, desde que arrancaran en 1977, con muchas más luces en sus comienzos que en la actualidad, cuya fama ha quedado relegada a los antiguos fans y viejos himnos, como le ocurre a la mayoría de bandas fundadas en los 70 y 80, pese al aparente atractivo que supone esta época.
El éxito para Simple Minds llegó de la mano del cine, cuando la BSO de la película 'El Club de los Cinco' (The Breakfast Club), del año 1985, popularizó su tema Don't You (Forget About Me), escrito precisamente exprofeso para la película y que como ella pasó a ser una obra de culto y tremendamente popular.
Simple Minds en el Espacio Ibercajas Delicias, 22 de junio de 2022
A la espalda de la estación de trenes de Atocha en uno de los días más largos del año, Simple Minds se disponía a desgranar 40 años de carrera musical en dos horas y media en el Espacio Ibercajas Delicias, 40 años de un rock y pop con denominación de origen, muy elegante y con gran apoyo en los sintetizadores y coros femeninos, especialmente en las giras.
El concierto arrancaba con el So May We Start, el mismo tema con el que empieza la película 'Annette' de Leos Carax, una manera muy oportuna para que el guitarrista Charlie Burchill y el cantante Jim Kerr, bien acompañados por Gordy Goudie y Ged Grimes, quien demostró el buen español que tiene heredado de sus andanzas por Andalucía, la gran baterista Cherisse Osei y otras dos mujeres para cerrar la formación Sarah Brown y Bernice Scott, coros y teclados.
Kerr se esforzó en meter al público, quien no había tenido unos teloneros para entrar en calor ni un tema de órdago, uno de estos ases que guarda este combo de escoceses, con el que dar palmas de manera natural y no desde el escenario.
Ese momento llegó con Promise You A Miracle, Waterfront y luego con Someone Somewhere In Summertime, justo cuando el micrófono parecía conceder una tregua y mejorar su sonido. Algo que agradecimos cuando Kerr dio su mejor versión de sí mismo con una emotiva versión de Belfast Child.
Los temas seguían cayendo sin remisión: See The Lights anunciaban la traca final con un Don't You (Forget About Me), que se hacía innecesariamente largo con tanta interacción con el público, Alive And Kicking y Sanctify Yourself, tres muestras que definen por qué fueron tan grandes como U2 y por qué vendieron tantos discos, más de 60 millones de copias.
El problema para Simple Minds es que ya no llenan estadios como antes y con una oportunidad como esta, de llamar de nuevo la atención, fallan a la hora de no hacer un repertorio más largo o más corto pero más dinámico. Todo ello supeditado también por el excesivo precio de las entradas, unos 70€, que condicionaba las sensaciones.
Eso sí, Simple Minds siguen vivos y coleando, la cuestión es cómo van a afrontar los años, si viviendo de viejos himnos alargados en el tiempo o vuelven a sorprendernos con un giro de guion y enganchan a nuevas generaciones de adeptos.