Hay muchos artistas a los que con solo una escucha ya se les puede etiquetar dentro de un estilo. Solo son unos pocos los que pueden ser inclasificables, por tener tantos elementos de uno y otro lado, o por ser vanguardistas. Dicha explicación se puede aplicar a la cantautora, compositora y pianista sueca Anna von Hausswolff.
Anna von Hausswolff practica un pop distinto al habitual, mucho más oscuro y experimental, unas veces minimalista y otras más complejo. Si en algo destaca la obra de esta sueca es en crear piezas densas que invitan a la reflexión y que parecen haber sido pensadas para acompañar a imágenes o vídeo.
Por eso no extraña que ella misma lo haya definido como 'pop funeral', por ese tono lúgubre que acompaña en sus composiciones, junto a algunas frases de sus letras, y que han llevado a que fuera tachada de satánica por algunos sectores conservadores.
El 'aquelarre' de Anna von Hausswolff ha hecho parada en España, siendo la Sala Cool de Madrid la elegida para escuchar a esta sacerdotisa de lo tenebroso, en una época tan apropiada como otoño, poco antes de Halloween, donde las brujas adornan los escaparates y se recuerda a los difuntos.
Anna von Hausswolff en la Sala Cool, 11 de octubre de 2022
Muchas veces los encargados de abrir un concierto poco tienen que ver musicalmente con el artista principal. En este caso no fue así. Tras el nombre artístico de Maud The Moth se esconde la madrileña Amaya López-Carromero. Ella sola se encargó de hacer de embajadora del sonido de Anna y es que bajo un suave timbre, con el que se presentó a sí misma a la audiencia, se escondía un torrente de voz que hizo de perfecto puente con la actuación de Anna.
Amaya confesó que Anna "era una inspiración", y la verdad es que fue totalmente inspirador su espectáculo, al que sumaba ingeniosas percusiones, desde un cuenco a una botella de plástico, con el que imprimir ritmo a su obra.
Pocos instantes después, un cuarteto de músicos secundaban y dibujaban una atmósfera peculiar sobre la que Anna von Hausswolff fue desarrollando su repertorio que trataba de resumir doce años y cinco discos en apenas horas. Temas complejos que se entrelazan como una araña tejiendo la tela en un rincón. El quinteto sonaba al unísono, como una máquina engrasada de cinco motores, como una banda de jazz que no practica jazz.
El set arrancó con Sacro Bosco y siguió con uno de los clásicos de la sueca como es The Truth, The Glow, The Fall. El ritmo del concierto era frenético y seductor en ocasiones, en otras era inquietante y marcado, moviéndose al compás de la melena rubia que bailaba tras el micrófono y el teclado.
El sonido era como una tarde tormentosa en un bosque de abedules de Suecia. Todo se percibía en la oscuridad, resaltando las luces y algún trueno entre la penumbra. Un espectáculo para los oídos y la vista que atrapaba la atención.
El acentuado compás de The Mysterious Vanishing of Electra fue llevando al clímax definitivo a la sala. Un tema cuyo endiablado sonido seduce hasta poseerte. Pese a haber sido un repertorio corto. El final era muy digno y para recordar. Y eso se pudo entender cuando los cinco integrantes abandonaron el escenario. Pero no...
En un bis de los que quedan en el imaginario colectivo, aunque solo se tratara de un tema, la menuda cantante sueca, ¡y menuda cantante!, bajó a la pista para dar el tono íntimo que necesitaba la última canción. Gösta sonó a dulce despedida y supuso un último acercamiento al público, con Anna paseando por un pasillo humano que se abrió para dejar paso a esta reina del pop más oscuro, capaz de embrujar a todos con su música y su voz.
No me sonaba de nada, pero la voy a dar una oportunidad. Gracias por la "sugerencia." ;)
ResponderEliminarNo te creas que la conozco hace mucho tampoco. De repente un día escuché un tema y me impactó mucho.
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