La década de los 80 y 90 dejó una incontable lista de grupos en el rock. La banda Queensrÿche, surgida oficialmente en Seattle, pero ajena al 'grunge' que estaba empezando a poblar la ciudad de la lluvia, se convertía en otra de esas formaciones que luchaba por hacerse un hueco en las listas de ventas de discos.
Queensrÿche optó por un metal progresivo que también practicaba Dream Theater. Ambas formaciones se convirtieron en pioneros y responsables del éxito de este sonido. Virtuosismo en las guitarras, canciones largas y melodías que se revuelven sobre sí mismas. A ello se sumaba otros instrumentos más extraños en el metal, como orquestaciones, y una voz casi operística, de barítono, en este caso.
Geoff Tate ponía la voz en Queensrÿche y fue el responsable desde 1983 hasta 2012, cuando distintas desavenencias con otros miembros del grupo hizo que Tate se marchara. Su privilegiado timbre era uno de los sellos de identidad de la banda, además de una trilogía de discos que supusieron la mejor etapa de los estadounidenses.
El triángulo que forma 'Rage For Order' (1986), 'Operation: Mindcrime' (1988) -álbum conceptual con ese guiño constante a la obra 1984 de Orwell- y 'Empire' (1990), que contenía la joya que fue exhibida hasta la saciedad por la MTV: la balada Silent Lucidity, abrió las puertas a la banda de los mejores estadios y bañaba sus discos de platino y oro por Estados Unidos y Canadá.
Aunque la carrera de Queensrÿche y Tate se separó abruptamente desde 2012, Tate ha querido hacer suya la época que vivió al frente del micrófono, haciendo de sus giras un repaso a sus inicios ochenteros, a los tres pilares sobre los que descansó los mejores momentos personales y también del grupo.
Geoff Tate en el Changó Club, 9 de mayo de 2023
Con una puntualidad de reloj suizo salía el quinteto al escenario del Changó Club en el corazón del madrileño distrito de Chamberí. Tate salía con una americana con reflejos dorados que le daba un aire de mago, de ilusionista de las palabras. Un curioso cruce entre un presentador de programa nocturno de máxima audiencia y un personaje surgido de la película 'Casino' de Martin Scorsese.
El cantante de origen alemán, y nacionalidad estadounidense, comenzaba su repaso al disco 'Rage For Order'. Canción a canción. Es un disco que empieza potente, con los temas que más destacaron y que tiene un tono más oscuro, adelantado al tiempo en el que se produjo. Difícil de apreciar de primeras. Desde Walk In The Shadows hasta I Will Remember. El grupo sonaba espectacularmente bien, con algún fragmento pregrabado pero sin excederse.
Después de un paréntesis de descanso, el combo regresaba para ejecutar 'Empire'. Más luminoso que el anterior disco y más comprensible. Algo que pareció evidenciar Tate con su cambio de ropa. Sustituyendo su lucido blazer por una camisa hawaiana. También su cercanía con el público iba en aumento. Aunque seguía eludiendo el contacto físico, pese a que algunas manos desde el foso buscaban la suya, su sonrisa iba creciendo y hasta aportaba anécdotas.
Jet City Woman, Another Rainy Night (Without You) y Empire conquistaban la coqueta Sala Changó. De la conquista se pasaba al flechazo con la preciosa balada Silent Lucidity. Es el tema más importante de su carrera musical. Una canción que le persigue y ha sido parte de la banda sonora de finales del siglo XX. Con Anybody Listening? se cerraba el bloque de este álbum para dar paso a un solo bis.
Pese a que estaba programado otro temazo como Eyes Of A Stranger, Tate se lo saltó para culminar con Queen Of The Reich, el himno más heavy de Queensrÿche, el que daba nombre y con el que se inició el camino de este grupo y de este gran cantante quien, sin sus compañeros del pasado, se ha buscado otros camaradas para pasear su voz privilegiada por todo el planeta.