Páginas

sábado, 13 de julio de 2024

Más de 72 temporadas y dos noches amando a Metallica

A los grupos musicales les pasa como a ciertas personas. Da igual lo que hagan porque ya nos tienen ganado. Metallica pertenece a ese colectivo. Los de San Francisco ya no van a innovar, o al menos en el corto plazo. Aquella explosión de 'thrash metal' hizo que la audiencia y la crítica alabaran en la década de los 80 aquel estilo musical rápido, pesado y contundente, que supuso un punto mayor, si cabe, de agresividad en el 'heavy metal', que ya de por sí era y es potente.

Overkill y Metallica se repartieron esta paternidad, pero Metallica acaparó con los años todos los focos y las portadas de las revistas. De hecho, encabezan actualmente esa etiqueta llamada 'los cuatro grandes del thrash metal' (The Big Four), donde comparten estrellato con Megadeth, Anthrax y Slayer. 

 El éxito de Metallica se debe a sus cinco primeros trabajos: 'Kill'em All' (1983), 'Ride The Lightning' (1984), 'Master Of Puppets' (1986) y '...And Justice For All' (1988). Estos cuatro ases del thrash, junto al álbum negro 'Metallica' (1991), polémico en su momento por ser más comercial, conforman la época dorada del cuarteto. Y es que a partir de entonces las críticas han rodeado cada nuevo disco, aunque sus giras siguieran en auge y tuvieran la misma, o más, repercusión.

Metallica se basa en James Hetfield, voz y guitarra, y Lars Ulrich, batería, como sus dos pilares. Ambos fundaron en California a este mito vivo del rock. En la travesía han contado con distintos compañeros de viaje: desde Dave Mustaine, quien posteriormente a su marcha fundaría Megadeth, pasando por el malogrado bajista Cliff Burton, quien falleció en un trágico accidente, pasando por Jason Newsted. Una nómina de renombre hasta dar con Robert Trujillo, quien se ha asentado junto a Hetfield, Ulrich y Kirk Hammet, quien lleva tantos años en el cuarteto que parece que lo hiciera desde el principio.

Esta es la familia de Metallica, que al final es como ese viejo amigo de toda la vida al que le perdonas todo, o casi todo. Compartiste esa época más radical y alocada propia de la juventud, luego pasó por un momento más oscuro, e incluso tuvo algún desvarío. Al final se ha establecido y hasta se ha aburguesado, perdiendo la inocencia y el descaro, pero sus conversaciones te siguen encandilando. Sigue siendo él. Ha cambiado, pero permanece la esencia. 

Metallica Metropolitano Madrid

Metallica, Architects y Mammoth WVH en el Metropolitano de Madrid, 12 de julio de 2024. Primera noche.

Pese a tener una dilatada carrera profesional, Metallica no es de las bandas que hayan sido tan habituales en Madrid. Atrás queda su primera descarga en la capital, en un lejano 1987 y en un desaparecido Pabellón del Real Madrid, donde los blancos jugaban al baloncesto y ahora hay cinco inmensas torres, una metáfora muy baloncestística. El tiempo pasa para todos, también para Metallica. No en vano, esta es la segunda vez que tocaban en el Metropolitano, solo que en 1996 era conocido popularmente el recinto como 'La Peineta' y el Atlético de Madrid no lo tenía como principal hogar deportivo. Tempus fugit.

Con el pretexto de presentar el undécimo disco de estudio, llamado '72 Seasons' (2023), los cuatro jinetes volvían a España con un formato novedoso: dos conciertos en una única ciudad, con repertorios distintos, y desiguales al de otras citas del tour, además de contar con teloneros diferentes. Más no se podía pedir.

Otra de las novedades, a medias, era el escenario, con una forma circular que dejaba en el centro un lugar para los privilegiados, emulando el célebre foso y exclusivo 'Snake Pit', aunque este fuera más estrecho y con forma de pentágono. Un círculo amplio que permitía una gran visibilidad desde muchos puntos de la pista y del graderío. Un gran acierto.

Alrededor se situaban ocho torres que parecían los clásicos depósitos de agua neoyorquinos. Estas torres, además de tener robot de luces, servían de pantallas y estaban decoradas con la silueta de los principales edificios madrileños, como la Torre Picasso, las Torres KIO o el icónico Pirulí de Torrespaña.

El sol castigaba con justicia a los aventureros que querían poblar el perímetro del escenario circular. Hubo que esperar a las 18:30 para que apareciera Mammoth WVH, el grupo del hijo del legendario Eddie Van Halen. Los norteamericanos dejaron huella con su hard rock con mucho estilo. 

El siguiente en aparecer era Architects, grupo británico de Brighton que practican un metalcore que bebe mucho de Korn, Linkin' Park y BMTH, unas veces melódicos y otras perturbando con la voz gutural. El cantante, Sam Carter, sorprendió luciendo la equipación retro de España en la Eurocopa de 1996. La sorpresa vino cuando mostró que debajo llevaba la camiseta de Inglaterra.

Pocos minutos después, el silencio se adueñó para dar paso a la pieza del éxtasis del oro del compositor Ennio Morricone, The Ecstasy Of Gold, de la película 'El Bueno, el Feo y el Malo', dirigida por Sergio Leone e interpretada por Clint Eastwood, y cuya escena final está curiosamente rodada en la provincia de Burgos, recreando un cementerio figurado bajo el nombre de 'Sad Hill', que servía de inicio para el inicio del concierto de Metallica en Madrid. Un recurso habitual en un gira atípica.

El espectáculo arrancó explosivo, marca de la casa, muy de vieja escuela. Creeping Death y Harvester Of Sorrow dejaron el listón demasiado alto. El grupo comenzó a desgranar temas de su discografía, algunos pocos habituales en el pasado y más habituales en el presente. También había tiempo para lucir el '72 Seasons' con el tema homónimo. James Hetfield, Lars Ulrich, Kirk Hammett y Robert Trujillo, tratando de chapurrear castellano, se divertían. Hasta improvisaron Kirk y Robert un extraño dueto instrumental bajo el nombre de 'Sangría Brain'. La noche era perfecta, el repertorio algo menos.

Repertorio de Metallica en Madrid, 12 de julio
Repertorio de Metallica en Madrid, 12 de julio, via setlist.fm

The Day That Never Comes fue el punto de inflexión. La química con el público estaba siendo buena, pero faltaba una comunión total y fue tras la instrumental Orion cuando la carrera no iba a tener final. Como si fuera el cuadro de la 'Noche estrellada' de Van Gogh, miles de luces de móviles se multiplicaron entre los fans para saludar a la sensible Nothing Else Matters donde James trataba de lucirse. Un pequeño paréntesis para esta locomotora que iba desbocada y a gran velocidad, al ritmo que imponía un entregado Lars desde el kit de batería.

Sad But True siguió la línea más clásica y moderada, porque el tramo final iba a ser una locura colectiva formada por Battery, Fuel y Seek & Destroy. Balones gigantes con el logo del grupo caían del cielo para ser jugados en la arena, como niños en un parque de bolas. Miles de personas se sumían en distintos pogos donde todo el mundo saltaba y se entremezclaba. Sudor, alegría y aquel tema del CD de algún adolescente, ya convertido en adulto, que no paraba de sonar en su día y que hoy atronaba por los amplificadores. El verano había llegado al Metropolitano y se estaba rodando un anuncio improvisado de Estrella Damm.


 Cuando parecía que no se podía detener más el tiempo, o retrocederlo, es cuando las manijas del reloj estallaban y Master Of Puppets reinaba en este adorable caos. El histórico himno de Metallica de 1986, que sedujo a la generación pasada y que se ha colado en las listas de Spotify de nuevos oyentes, algunos no vinculadas al mundo del rock, por su aparición en la popular serie ‘Stranger Things’. Un punto final mágico acorde a un grupo de leyenda, quien guarda un hermoso idilio con Madrid, aunque no vengan tanto como parece. Se lo perdonaremos.

Metallica, Ice Nine Kills y Five Finger Death Punch en el Metropolitano de Madrid, 14 de julio de 2024. Segunda noche.

Abrieron la jornada dominical los bostonianos Ice Nine Kills, quienes mostraron un metalcore pegadizo al que le añaden constantes referencias cinematográficas, casi teatrales, como si se tratara del catálogo de un viejo videoclub. Versiones particulares de ‘American Psycho’, a través del tema Hip To Be Scared que transforma al cantante Spencer Charnas en Patrick Bateman, ‘Cementerio de Animales’, 'La matanza de Texas' ‘Viernes 13’, ‘Pesadilla en Elm Street’, ‘IT’, ‘El Silencio de los corderos’ o la primera parte del ‘Resident Evil’, donde una actriz emulaba sobre las tablas a Milla Jovovich en su lucha contra los afectados por el Virus-T. Homenajes al séptimo arte con mucha clase. Los estadounidenses convirtieron el feudo rojiblanco en un divertido pasaje del terror. Un show muy entretenido tanto en lo musical como en lo escenográfico. 


Five Finger Death Punch tiene un estilo personal pero a la vez influencias variadas. Se pueden ver trazas de Rob Zombie, Pantera, principalmente, incluso a Faith No More, en la voz y el estilo de Mike Patton, o también de Iron Maiden en sus melodías, pero con un resultado final más vanguardista, como si fueran una versión nu metal 2.0 y groove 1.5. Son de Las Vegas y son una apuesta segura. Tenían que caldear el ambiente y la temperatura subió muchos enteros. No en vano, su cantante se dedicó a rociar con agua las primeras filas, como un bombero sin manguera.

Dicen que las segundas partes no son mejores que las primeras, para desdecir esta sentencia está 'El Padrino', que abarca más y es más completa, 'Terminator', que es más espectacular que la primera entrega, 'Regreso al Futuro', donde añaden un giro de tuerca más a la historia, o 'El Señor De los Anillos', donde rebosa más magia su secuela. Algo parecido pasaba con el arranque del segundo día de Metallica en Madrid, con un setlist más apabullante, completo, espectacular, ingenioso y fascinante. 

  Como si fuera el Día de la Marmota, aunque el calendario no se hubiera detenido en un 2 de febrero, Metallica subía al mismo escenario del otro día, en el mismo estadio y tras haber escuchado el ‘Éxtasis del Oro’ del genio Morricone. Otro día más en la oficina ante un público igual pero algo distinto, e igualmente receptivo. 

Sin más presentaciones, Whiplash saltaba al césped madrileño junto a For Whom The Bell Tolls. Coincidiendo con los 100 años Hemingway y justo cuando en Pamplona se celebran los Sanfermines, su memoria volvía a ser evocada con este tema, cuya letra está inspirada en la obra homónima de Hemingway, la cual versa sobre la experiencia personal del escritor como reportero en la guerra civil en España.

 No había tiempo para respirar, la siguiente bocanada de aire era a través de Ride The Lightning, The Memory Remains y Lux Aeterna. Curiosamente, los denominados como cuatro hombres de negro, han optado por un amarillo chillón para identificar su último CD. Un color llamativo que dejaba pinceladas alegres en la grada y el escenario. Este último trabajo, ’72 Seasons', que no se puede decir que sea malo, ni tampoco que sea bueno, no nos engañemos; es un álbum con algún detalle y momento de brillantez, pero al que le falta continuidad y algo de alma. Es como ese delantero que no tiene mal disparo, pero que no te firma más de 10 goles por temporada; cumple, pero no satisface.

Hablando de goles, los tantos de la selección española en Berlín ante Inglaterra surgían primero como un rumor y luego como una noticia entre algunos de los asistentes que lograban algo de cobertura. Un bien tan preciado en esta noche como el whisky durante la Ley Seca.

Volviendo a la música, los clásicos se alternaban con los nuevos y los más recientes con los de siempre. Un carrusel del que era difícil salir. The Call Of Ktulu se entremezclaba con Welcome Home (Sanitarium) y Wherever I May Roam, casi nada. El valhalla de los sonidos.

 También había tiempo para la improvisación y la sorpresa, propia de los magos y de Metallica cuando toca en directo. Kirk Hammett y Robert Trujillo hicieron su particular homenaje a España interpretando el Bienvenidos de Miguel Ríos.

The Unforgiven es ese tema tan elegante que tendría que estar expuesta en un museo y exhibida en una urna de cristal. La oscuridad de las gradas perdía por instantes su anonimato con la aparición de las luces de los móviles, quienes asomaban al exterior como luciérnagas en un ritual de apareamiento. Mientras el resto de cámaras trataban de guardar para la posteridad esta bonita estampa.

Inamorata dio paso a la parte más inflamable del concierto, cuando las llamaradas parecían atrapar a los cuatro jinetes mientras interpretaban Fight Fire With Fire y Moth Into Flame. Mucha tralla. Potencia al límite.

Dicen que siempre hay que quedarse con hambre para el segundo plato y el postre. También en los conciertos hay que dejar energías para las despedidas. One es única, es un bello y angustioso canto antibelicista. Se basa en la cinta ‘Johnny cogió su fusil’, en ese sufrimiento de una persona seriamente mutilada que se ve atrapada en su propio cuerpo devastado. Una cárcel de huesos y carne que no le deja salir. Los riffs de guitarra sonaban como ráfagas desde un nido de ametralladoras, con James dejándose la voz en cada estrofa.

Mientras los goles regresaban por un momento a un Metropolitano donde no había fútbol pero donde siempre se respira fútbol, máxime si España se estaba jugando a la vez ser campeona de Europa. El tanto de Oyarzabal devolvió el protagonismo al balón. Más alegría para una noche desbordante. La vida podría ser tener cada dos días a Metallica tocando en la capital, pero desgraciadamente la vida tiene otros planes, generalmente más aburridos.

Para terminar, una pesadilla convertida en la canción soñada para muchos. Porque la idea de Enter Sandman parte de una nana tarareada a los niños. A unos niños que ya son adultos y que ya no creen en monstruos que salen del armario, pero que siguen amando muchas temporadas después a esos ídolos que estaban en sus paredes en forma de póster. Esos ojos que eran los últimos que te miraban al dormir. Buenas noches, Metallica; somos campeones de Europa y vosotros del mundo del rock.

2 comentarios:

  1. Espectacular crónica! He estado esta noche en el segundo concierto...y es que lo has clavado. Bravo!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. ¡Muchísimas gracias! Celebro que te haya gustado, tanto el concierto como la crónica.

      Eliminar