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jueves, 5 de diciembre de 2024

Kai Hansen mantiene viva la señal de Gamma Ray

 Al igual que la comida y bebida tienen su denominación de origen, en la música existen también las etiquetas. Si el grupo alemán Helloween es considerado como el creador del 'power metal', el músico Kai Hansen podría ser considerado el padrino de este estilo musical que mezcla la potencia del heavy con velocidad y melodía. Este guitarrista y vocalista de Hamburgo fundó junto a Michael Weikath en 1984 la banda Helloween, con la que todavía participa pese a las idas y venidas.

Y es que Kai Hansen estuvo un tiempo fuera del grupo de las calabazas, demasiado tiempo, desde 1990. En esas décadas creó otra formación, Gamma Ray, con la que también cosechaba éxitos, paralelamente a los de Helloween, su otra creación. Pese al distanciamiento inicial, las posteriores giras conjuntas de Helloween y Gamma Ray denominadas Hellish Rock Tour, de 2007 y 2013, dibujaban en el horizonte una hipotética reunión.

Como si fuera una telenovela turca, solo que en este caso protagonizado por melenudos germanos, Hansen oficializaba en 2016 su vuelta a los orígenes de la mano del cantante Michael Kiske, tras resolver desavenencias. El regreso de ambos ha coincidido con una segunda juventud en Helloween, plasmado en el disco homónimo y el tour con todos los miembros, agotando entradas y calificativos positivos a partes iguales. Y no es algo habitual, porque en la vida y en la música, la frescura asoma en la juventud y luego se va evaporando, como un perfume caro al que se le va escapando la fragancia.

Lejos de aparcar su otro proyecto, su otro ojito, Gamma Ray ha continuado funcionando, con la misma energía de siempre de la mano y voz de Hansen. 

Gamma Ray Madrid Sala But

Gamma Ray en la Sala But de Madrid, 4 de diciembre de 2024

Hay momentos en los que uno es consciente de que va a vivir el último instante de algo. Una vida que se va, un lugar al que no vas a volver, una relación que no encuentra puerto y va a la deriva. Con los grupos pasa lo mismo, pero a veces ocurre lo contrario. La reunión de Helloween parecía una quimera y luego fue real. Un efecto mariposa cuyo aleteo iba a cortas las alas de Gamma Ray, pero no. Y aunque parece que Hansen tiene todavía energía para los dos proyectos, nunca se sabe si será así. Carpe Diem.

La Sala But se encuentra sepultada debajo del mítico Teatro Barceló. Es como una pequeña cámara de los tesoros musicales oculta bajo los ojos de la ciudad. Coqueta pero no silenciosa, porque por sus tablas han pasado unos cuantos artistas. Una nómina variada a la que se suma Gamma Ray. 

 Nueve años son mucho en la vida de una persona. Ese es el tiempo que llevaba Gamma Ray sin tocar en la capital. Demasiado castigo para Madrid, y un país, que ama a Kai Hansen, que tiene un vínculo especial con él, con Helloween y con Gamma Ray.

Kai Hansen es un cruce entre Johan Cruyff padre y Luka Modric. De ambos tiene el parecido físico y la genialidad. También la creatividad y la capacidad de emocionar. No es el mejor cantante del mundo, poco importa y por eso se ha rodeado de privilegiadas voces, pero sí podría ser uno de los mejores guitarristas del metal, y eso sí que importa.

Kai Hansen ha firmado once discos con Gamma Ray, el último hace justo una década, y varios directos, entre ellos uno reciente para homenajear el 30º aniversario del nacimiento del grupo. Y sobre ese álbum, plagado de éxitos, ha danzado la música esta noche.

Gamma Ray es como un tarde de verano que acaba con una tormenta, es un espectáculo lleno de fuerza y electricidad. Otra de las claves es la química entre Frank Beck, la otra voz del grupo desde 2015, y el propio Kai, haciendo que los intermedios entre tema y tema sean muy amenos, además de ofrecer una nueva profundidad a cada canción con ese juego de voces.

Porque la otra faceta que hace grande a Hansen es su talento como compositor. Un cráneo privilegiado que ha sido capaz de jugar a dos bandas con cartas ganadoras. Land Of The Free era la primera en sonar, de mostrarse perfecta, contundente, con ese dueto al micrófono que tan bien viste y que ha decorado la noche madrileña.   

Last Before The Storm, Master Of Confusion y One With The World. Gamma Ray sacaba músculo y presumía ante el espejo, con Avalon el grupo se había mostrado hermoso y seductor. El setlist no paraba, como una ruleta de casino que no deja de premiar al mismo apostante. Empathy y Man On A Mision cerraban un inicio demoledor que marchaba a un envidiable ritmo, al que marcaba la guitarra roja de Hansen, a juego con sus zapatillas. Hansen es un señor mayor con cara de niño pillo y actitud de eterno adolescente, hasta lucía una pequeña calabaza en el pantalón para mostrar su otra invención musical.

Kai Hansen, con el logo de Helloween en la pierna
Kai Hansen, con el logo de Helloween en la pierna


 The Silence deleitaba con sus riffs. Una melodía embriagadora a la que seguía Dethrone Tyranny, donde los coros invitaban al público a sumarse, algo que había hecho desde el principio de forma espontánea, tarareando hasta cada movimiento de cuerda. 

Rebellion In Dreamland, Heaven Can Wait, Somewhere Out In Space se alargaban en sus partituras, se mostraban infinitos antes de la descarga final, presentada en dos actos.

Primero llegaban los acordes pausados del Heading For Tomorrow, la ópera prima del grupo y uno de sus grandes éxitos. Todo un himno entre himnos que precedía al segundo bis, un Send Me A Sign que sonaba como fin de fiesta, manifestando que el 'power metal' sigue vivo gracias a Kai Hansen, quien volverá con Helloween por Madrid en 2025, y que por ahora hace que la señal de Gamma Ray continúa activa y viva, al menos durante este tour.

martes, 19 de noviembre de 2024

Apocalyptica convierte a Metallica en melodía para cellos

Si el metal fuera una nación y tuviera que elegir un país donde residir, ese sería Finlandia. No hay lugar en el mundo donde la música, concretamente el rock y en su variante más pesada, haya tenido tantos adeptos y creadores: Nightwish, con o sin Tarja Turunen, The Rasmus, HIM, Children Of Bodom, Sonata Arctica, Amorphis, The 69 Eyes, Lordi, Charon, Stratovarius o Apocalyptica, entre otros, son claro ejemplos de grupos fineses de metal que se han popularizado por todo el planeta.

De todos ellos, el caso de Apocalyptica es el más singular. Formado en 1993 por cuatro violonchelistas graduados de la academia de música clásica Sibelius, situada en Helsinki. La pasión de sus miembros por el metal, especialmente por la banda estadounidense Metallica, provocó que su primer trabajo fuera un homenaje a los cuatro jinetes de San Francisco con sonido de cuerda como base argumental.  

De aquel álbum de 1996, Plays Metallica by Four Cellos, hasta la actualidad hay una decena de discos, con distintas colaboraciones estelares: empezando por Corey Taylor (Slipknot), Dave Lombardo (Slayer), Ville Valo (fundador de HIM), pasando por Sandra Nasic (Guano Apes) o Marta Jandová (Die Happy), hasta llegar a la treintena de invitados.

Ahora, 28 años después, es otro álbum dedicado a Metallica, Plays Metallica Vol. 2, el que devuelve a Apocalyptica en su vertiente más fan, convirtiendo cada tema de los norteamericanos en una nueva experiencia musical.


Apocalyptica y Artics en la Sala La Riviera de Madrid, 18 de noviembre de 2024.

Los también fineses Arctis fueron los encargados de romper el hielo. Metal con voz femenina que por momentos recordaba en el timbre de voz a Sharon Den Adel de Within Temptation. Presentaron un disco con tonos épicos y donde se luce su cantante Alva con gran variedad de registros. Habrá que seguir la pista de estos nórdicos.

Si las paredes de la Sala La Riviera de Madrid pudieran hablar, confesarían que han escuchado numerosos grupos. Su techo, lleno todavía de restos de confetis de otras actuaciones, contaría a las perpetuas palmeras que ellas siempre tuvieron una gran visibilidad del escenario. Pero no podrían recordar una actuación de Metallica, porque nunca tocó ahí, igual que Hemingway no estuvo en muchos sitios, aunque todavía sirva de reclamo comercial para atraer incautos turistas.

Por ello, Apocalyptica es la conexión más cercana a Metallica desde que Dave Mustaine estuviera en esta legendaria sala de conciertos a orillas del río, la cual sigue siendo un referente musical para la capital. Mejor o peor, no muy grande en comparación con otras ciudades, pero sirve, igual que los madrileños se conforman con el Manzanares, aunque no sea el más espectacular del mundo.


 Apocalyptica ha hecho de esta gira un regalo a todos los adeptos de Metallica. Ha convertido a uno de los pilares del thrash metal en una hermosa serenata. Todo ello con la complicidad del público, que canta cada estrofa como si fuera un karaoke gigantesco para seguidores del grupo.

Y es que esa química empezó desde antes de salir una nota de los tres violoncellos, que estaban acompañados de un kit de batería, porque ya con el The Ectasy Of Gold de Ennio Morricone la comunión fue instantánea. Era un homenaje a Metallica en toda regla. Sin James Hetfield, Lars Ulrich, Kirk Hammett o Robert Trujillo, pero con la esencia de los cuatro y el legado de Cliff Burton.

Al fallecido bajista, de hecho, fue dedicada la interpretación de The Call Of Ktulu. Antes ya habían sonado Enter Sandman, Creeping Death, For Whom The Bell Tolls. Los tres músicos finlandeses se divertían, improvisaban y se recreaban en cada nota para dar este toque clásico a un clásico del metal.

 Si Metallica fuera un equipo de fútbol, cualquier fan habría seleccionado gran parte de los temas que sonaban, como si fuera un once de gala que recitas de memoria y tiene muchas estrellas, porque Master Of Puppets, Seek And Destroy y Nothing Else Matters son un tridente demoledor, especialmente este último, al que el sonido de cuerdas le encaja a la perfección. Intimismo puro.

Y todo plantel necesita un portero y un número uno, para ello One es el mejor para cerrar una noche distinta en la que unos músicos apasionados del metal llevan décadas transformando las pesadas guitarras de Metallica en una íntima melodía para violoncellos.

martes, 22 de octubre de 2024

Yann Tiersen deleita con su piano, pero sin Amélie

 El éxito profesional es siempre complicado de conseguir. El músico francés Yann Tiersen alcanzó su máxima cota de popularidad gracias a la banda sonora de la película 'Amélie' (2001), protagonizada por Audrey Tautou, quien también es recordada por esta cinta. Pero la carrera de ambos ha sido mucho más que este maravilloso film, plagado de una magia que incluso parece rodear a quienes participaron en su proyecto, o al menos a ellos dos.


La discografía de Yann Tiersen no ha parado de crecer. Ya lo hizo antes de encandilarnos con esas melodías que desprendían alegría, ganas de vivir y un toque francés, algo que saben hacer muy bien nuestro vecinos del norte y que no todos los países lo consiguen, porque ellos saben hacer música que suena a un paseo fluvial por el Sena o a un lento caminar romántico por Montmartre, aunque Tiersen sea de Brest, tierra celta donde el océano golpea con fuerza y el cielo es plomizo, pero también bello.

Tiersen se ha embarcado en una extensa gira por España y varias de sus ciudades. Paradójicamente para su parada en Madrid, el sitio elegido ha sido en el distrito de Chamberí, cuyo nombre afrancesado recuerda el asentamiento de las tropas napoleónicas en la capital y cuyas calles recuerdan a héroes españoles que defendieron el lugar.


Yann Tiersen en la Sala But, 22 de octubre de 2024.

La Sala But es coqueta, pequeña y acogedora, también calurosa incluso en otoño. Es un lugar íntimo para ofrecer un concierto, máxime si se el que lo realiza es un reconocido pianista internacional. Hasta minimalista, muy adecuado para un artista que es en apariencia clásico, pero que bebe de múltiples influencias.

Tiersen es multiinstrumentista. Una envidiosa habilidad, especialmente para alguien que no sabe tocar ningún instrumento en condiciones, y que da una dimensión distinta a la creatividad. También lo da su coqueteo juvenil con el rock, dotándole de un estilo personal y ecléctico. 

Además, sus últimos trabajos, 'Kerber' (2021) y '11 5 18 2 5 18' (2022) -cuyos números representan letras del alfabeto y forman la palabra (KERBER)-, abrazan definitivamente los sonidos electrónicos, dando nombre a esta gira que se denomina como 'Solo Piano + Electronics'. No en vano, ambos discos están conectados, siendo una versión remezclada del mismo trabajo.

Si algo tienen estos discos en común es que permiten viajar estando quieto. Navegar estando en tierra. Son billetes a otro universo, el primero más sosegado y con aires orientales, relajantes y reflexivos, más tradicional; el segundo parece una invitación a soñar, a despegar a otros mundos repletos de colores y nuevas sensaciones. Atmósferas musicales que se complementan y tienen la misma base.

El concierto de Tiersen en Madrid tuvo cuatro partes, donde alternaba el piano y la parte electrónica, como dos caras de una misma moneda. El músico bretón empezó con ganas de hablar mientras saboreaba cerveza, para después dejar que sus teclas hablaran por él. Explicó, con cierta gracia, que sus desplazamientos en esta gira los hacía a bordo de un velero. Una tarea muy complicada para aparecer en Madrid solventada con un tranquilo desplazamiento en furgoneta de pocos kilómetros diarios, porque el ecologismo está muy presente en su dogma.

Como los buenos futbolistas a los que les gusta tocar el cuero del balón sin botas, Tiersen ofreció su concierto descalzo, notando los pedales con los dedos de los pies, mientras los de las manos dibujaban imposibles figuras musicales que se asemejaban a una matrioshka sonora, especialmente con esa joya que se llama Kerber.

La experimentación de Tiersen ha sido gradual, de ese estilo más clásico y propio de sus primeros trabajos o de sus bandas sonoras, como la de 'Good Bye Lenin' -otro gran éxito del cine europeo-, derivando a los sintetizadores y ritmos de pista de baile casi propios del dúo galo Daft Punk, maestros de los sonidos electrónicos. Incluso ayudándose de elementos en apariencia ajenos a la música, como la risa de un bebé o el fluir del agua.


El músico galo, quien lució una camiseta que parodiaba el logo de Puma y hacía alusión a su trabajo EUSA, alternó el piano con la electrónica, como rezaba su tour, siendo la última parte la más festivalera y movida, como el corte 3 8 1 16 20 5 18. 14 9 14 5 20 5 5 14, antes de volver al piano para seguir repasando su discografía a base de partituras invisibles que solo existen en su cabeza.

La noche ya caía por Madrid cuando Yann Tiersen daba por finalizado este curioso viaje musical inmersivo con dos partes diferenciadas que habrá hecho la delicia de los amantes de la experimentación y que habrá confundido a los enamorados que querían encontrar a Amélie Poulain, cuyo fabuloso destino no pasó por Chamberí, aunque suene a francés.

miércoles, 16 de octubre de 2024

Amor a quemarropa: la unión de Tony Scott y Tarantino

He hablado en el 'podcast' de 'Butaca y Butacón', junto a Nicolás Garrido, sobre 'Amor A Quemarropa' ('True Romance', como título original), película de 1993 que contaba con la dirección de Tony Scott, hermano de Ridley Scott, y guion de Quentin Tarantino. Una gran carta de presentación. Casi nada.


GRAN REPARTO

Además del dúo Scott - Tarantino, si hay algo que resaltar es la exagerada nómina de importantes actores, entre los que hay cuatro con Oscar, y que está formada por: Christian Slater, Patricia Arquette, Dennis Hopper, Christopher Walken, Gary Oldman, James Gandolfini, Brad Pitt, Samuel L. Jackson, Chris Penn, Michael Rapaport, Tom Sizemore y Val Kilmer, quien es complicado de identificar con la versión doblada.

La película es una 'road movie' muy deudora del cine de los noventa, y también de la década anterior, donde las drogas, consumo y tráfico de estupefacientes, era uno de los recursos argumentales más habituales. Aquí se peca de ello, aunque los movimientos vivos de la cámara de Tony Scott y los originales diálogos de Tarantino ponen la firma de autor.

Tanto Scott como Tarantino juegan a expandir sus universos y los guiños y homenajes son constantes. Especialmente al cine oriental, como Sonny Chiba, quien después tendría su hueco en 'Kill Bill' haciendo de Hattori Hanzo

Destacan muchos aspectos, empezando por la química entre Slater y Patricia Arquette, quien luce muy guapa durante todo el metraje, el duelo interpretativo a cargo de Christopher Walken y Dennis Hopper, además del descubrimiento de James Gandolfini para encarnar el rol de mafioso, etiqueta de la que nunca se desprendió.

BANDA SONORA

También es muy hija de su tiempo. Muy de final del siglo XX. Aerosmith todavía era uno de los reyes del rock en Estados Unidos y The Other Side es su contribución. Pero si había un estilo que estaba acumulando críticas positivas y ventas astronómicas de discos era el 'grunge', internacionalizado por las cuatro grandes bandas de Seattle: Alice In Chains, Nirvana, Pearl Jam y Soundgarden. De este último grupo suena Outshined.

Habituales en las BSO de los años 90 como Robert Palmer, Chris Isaak, cuya trayectoria musical no se entiende sin la figura del cineasta David Lynch, o Billy Idol, con ese alma punk presente en su estética, y quien nos deja el White Wedding.

Y si la película parece un laboratorio de pruebas por parte de Scott y Tarantino, la parte sinfónica no es menos y corre a cargo de Hans Zimmer, quien deja muy buenas melodías, aunque personalmente creo que no encajan en la ambientación de la película, y que parecen anticipar lo que después fue la BSO del Rey León.

'Butaca y Butacón' es un programa cinematográfico de http://La-Fm.es que ha recibido el premio #ASECAN2021. 

 'Disparatado Treintañero' es el espacio cinematográfico de Nicolás G.M., tanto en su blog personal como en este podcast.

domingo, 29 de septiembre de 2024

Bonnie Tyler eclipsa Madrid con su elegancia y rasgada voz

 Cuando uno piensa en grandes voces femeninas de la música, nombres como Nina Simone, Edith Piaf o Aretha Franklin, entre otras, pueden venirte a la cabeza, y a los oídos. Si uno piensa en las voces de mujeres que dominaron la década de los 80 es cuando asoman solistas como Madonna, Tina Turner, Withney Houston, entre otras. Si metemos el rock en esta ecuación es cuando nos viene a la mente Janis Joplin, Patti Smith o Bonnie Tyler.

Gaynor Hopkins​, mundialmente famosa por su nombre artístico Bonnie Tyler, es también conocida por el apodo de ser la 'primera Dama del Rock', un apelativo muy estadounidense para una cantante galesa con un tono particular de voz, áspero y rasgado, que se ha mantenido en lo más alto durante varias décadas, incluyendo la actualidad, participando como representante del Reino Unido en la edición de Eurovisión en 2013, sin mucho impacto en la clasificación, eso sí, o conquistando las listas de éxitos estadounidenses en pleno siglo XXI. 


Ese timbre de voz tan característico vino tras una operación en la década de los 70 para extirpar los nódulos de sus cuerdas vocales, que bien pudo acabar con la carrera profesional de la cantante británica, pero que afortunadamente no fue así.

En cuanto a su vida personal, Tyler es filántropa activa y está casada desde hace más de medio siglo con Robert Sullivan, exjudoca olímpico británico en los JJ.OO. de Munich 1972 y con lazos familiares con otra ilustre galesa, Catherine Zeta Jones.

Bonnie Tyler en el CaixaBank Madrid Live Experience 2024, 28 de septiembre de 2024.

Hay artistas que tienen un aura especial. Bonnie Tyler es una de ellas. El coqueto escenario que esconde la Estación de Príncipe Pío, y antigua Estación del Norte, se mostraba como un cofre secreto dentro de un gran cajón. Semioculto al exterior pero con tesoros en su interior, similar a su actuación de esta noche.

En un lugar tan británico como una estación de tren, cuyo nacimiento se debe a la minería, tan galés como la extracción de metales, asomaba la poblada melena color platino de Bonnie Tyler. La cantante galesa iniciaba su repertorio con un elegante atuendo y una amplia sonrisa. Dos bonitas cartas de presentación.

 

El primer tramo fueron versiones de temas que los propios artistas no usan últimamente en sus conciertos: empezando por el Have You Ever Seen The Rain?, de la Creedence Clearwater Revival, esa joya pocas veces usada por los Kiss como es el Hide You Heart o finalizando con el To Love Somebody de los Bee Gees. Variado y con estilo, como el público que había acudido al teatro esta noche.

Entre medias se colaba el primer hit propio de la cosecha de Bonnie Tyler, como es el Lost In France, siempre tan folk y tan positivo, como es ella. Y es que la británica se arrancaba ya a tirar de sus propios éxitos, que son muchos y algunos son parte del sonido del imaginario colectivo, de esa banda sonora que ya abarca varias generaciones. It's A Heartache es un gran ejemplo, cuyo sencillo tuvo ventas millonarias, el cual era interpretado entre junto a The Best Is Yet To Come y Notes From America. La voz llegaba hasta las notas que podía, mientras su simpatía no paraba de aumentar.

 Porque si por algo también se conoce a la Tyler es por ser la reina del karaoke, esa palabra japonesa que define una forma universal de divertirse cantando en grupo. Muy cinematográfico, ya sea con Scarlett Johansson y Bill Murray, con tus compañeros de trabajo o tus amigos de la infancia. En ese cóctel está también Bonnie Tyler como silenciosa invitada en un listado de grandes éxitos.

 

Seguro que a Bryan Adams le gusta la versión de su Straight From The Heart. En Madrid gustó, y mucho. También gusta Bryan Adams, pero él no estaba y ella sí, por lo que los aplausos fueron para la británica. Y es que los sonidos de las palmas no paraban, porque When the Lights Go Down y Faster Than The Speed Of Night son muy buenos temas, pero Total Eclipse Of the Heart y The Best, son mejores, como dice el título.

Curiosamente todo el mundo identifica Total Eclipse Of The Heart con Bonnie Tyler, aunque cuentan que fue inicialmente ofrecida a Meat Loaf, al que le hubiera encajado plenamente por ser una balada con un toque épico, pero pocos lo hacen con The Best, inicialmente interpretada para Tyler pero popularizada solo un año después por Tina Turner y un solo de saxofón que hacía mover las caderas de cualquier ser vivo, incluyendo las de la Turner. 

Aunque el concierto apenas había rebasado la hora, el timbre de Bonnie Tyler pedía un pequeño receso para el tramo final, porque 73 años no los tiene cualquiera y menos a ese ritmo, donde aprovechó para presentar a su banda, que son unos músicos de estudio extraordinarios, y a su marido, que también está de gira y también da una apariencia de extraordinario.

El bis final se compuso del 'blues de la tortuga' y otro de los temas más reconocibles de su carrera: Holding Out For A Hero, donde su voz ya no llegaba a una canción que siempre ha llegado a todo el mundo. Poco importaba al público, rendido ante la diva. Enorme final para una artista única marcada por su peculiar voz y que sigue luchando desde los escenarios como una gran heroína.

domingo, 11 de agosto de 2024

La Cibeles y Atalanta, el mito de las celebraciones de títulos del Real Madrid

 El doble enfrentamiento de los octavos de final de la Champions League en su edición 2021-22 fue la primera ocasión en la que el Real Madrid y el Atalanta de Bérgamo, ciudad situada al norte de Italia y cerca de Milán, cruzaban sus caminos en partido oficial. Los blancos se impusieron en ambas citas (3-1 en España y 0-1 en Italia) para luego caer ante el Chelsea, quien a la postre fue el campeón.      

El destino ha querido que sendos conjuntos hayan cruzado sus caminos de nuevo en 2024, en esta ocasión con otro choque de Champions y antes con un título en juego, la Supercopa de Europa, dado que el Real Madrid volvió a levantar la 'orejona', su decimoquinto entorchado, y la escuadra bergamasca se estrenó en el Viejo Continente con la Europa League. Dos campeones frente a frente. Dos equipos que tienen lazos en común merced a la mitología, escultura y pintura.

 La Cibeles, diosa mitológica
La Fuente de Cibeles es una obra del arquitecto Ventura Rodríguez del siglo XVIII que muestra a Cibeles, diosa de la tierra en la mitología frigia y 'gran madre' en la mitología romana, diseñada por el abulense Francisco Rodríguez de Arribas, quien está subida en un carro que es tirado por dos leones, proyectados por el escultor francés Roberto Michel.

Cibeles está situada en Madrid en la plaza con su mismo nombre, enfrente del actual Ayuntamiento, en la intersección de la calle Alcalá con la arteria que recorre la capital de norte a sur y de sur a norte, y que a esta altura cambia el nombre de Paseo de Recoletos por el del Paseo del Prado. La misma vía que luego se llama Paseo de la Castellana desde Colón hasta llegar al Hospital de la Paz. En esta ruta hacia norte pasa por delante del Estadio Santiago Bernabéu. La casa del Real Madrid y con el que guarda una estrecha relación.

La Cibeles y Emilio Butragueño
Un partido de la selección española fue el detonante de visitar la Fuente de Cibeles por parte del público futbolero. Concretamente los octavos de final del Mundial de México 1986 donde España se medía a la potente Dinamarca, cuyos mejores jugadores -Michael Laudrup (Juventus) o Elkjaer (Hellas)- jugaban en Italia, sin duda la mejor liga doméstica en aquellos instantes.

España jugaba en Querétaro (México) el 18 de junio de 1986 casi de local, con las gradas animando a los españoles, y encajaba el primer gol para reaccionar después con una gran remontada firmada por Emilio Butragueño, canterano y estrella del Real Madrid durante décadas, quien se reivindicó con cuatro tantos. 

Aquel brillante triunfo de España por 5-1 en la Copa del Mundo ante uno de los equipos más importantes del torneo, hizo que muchos aficionados se reunieran de manera espontánea alrededor de la Fuente de Cibeles, dado que la zona de Paseo del Prado y Recoletos estaba, y sigue, de moda en aquellos años, con sus restaurantes y bares de copas repletos de público que veían este encuentro.

Aquella selección española de 1986 contaba en la convocatoria con siete jugadores del Real Madrid -Camacho, Maceda, Gordillo, Butragueño, Gallego, Chendo y Míchel-, siendo estos cuatro últimos criados en el Castilla, filial del equipo blanco. Por este motivo, la celebración en Cibeles se terminó trasladando al madridismo y los triunfos de España se celebran en ocasiones todavía en Cibeles, como la Eurocopa de 2024.

Además, Butragueño encabezaba el grupo de canteranos del Real Madrid acuñados por el periodista Julio César Iglesias como la 'Quinta del Buitre', un quinteto formado por Míchel, Martín Vázquez, Manolo Sanchís, Miguel Pardeza, quien desarrolló la mayor parte de su carrera en el Real Zaragoza, y el propio Emilio Butragueño.

Pese a la euforia con la selección en aquel 1986, esta caería en cuartos de final en la tanda de penaltis ante Bélgica y el título se lo llevaría la Argentina de Diego Armando Maradona, estrella del Napoli y del fútbol mundial.

El cuadro Atalanta e Hipómenes
No muy lejos de Cibeles se encuentra el Museo del Prado, la gran pinacoteca. En la galería central del museo sobresale un monumental cuadro realizado por el pintor italiano Guido Reni en el siglo XVII, y que casi pasa inadvertido a causa de tanta obra y belleza alrededor de otros grandes artistas italianos, como Tiziano o Veronés. Una metáfora perfecta de la temporada del Atalanta de Bérgamo, campeón por primera vez de la Europa League y cuarto clasificado en la Serie A 2023-24, en un curso donde Inter o Fiorentina también han tenido protagonismo.

Dicho cuadro es 'Atalanta e Hipómenes'. Un óleo sobre lienzo que decora el Prado y el Museo di Capodimonte de Nápoles. Dos ejemplares sobre el mismo mito. Un mito que se trasladó al fútbol en Italia en forma de sociedad de 'calcio'.

El mito de Atalanta 
La Atalanta Bergamasca Calcio es el equipo de fútbol de Bérgamo, situada al norte de Italia dentro de la región de Lombardía, que fue fundado en 1907 y que tomó el nombre de la heroína griega Atalanta.

¿Quién era Atalanta? El mito de Atalanta según la mitología era el de una joven consagrada en celibato a Artemisa que fue abandonada por su padre, amamantada por una osa, otro vínculo indirecto con la ciudad de Madrid, y acabó convirtiéndose en una cazadora muy bella, fuerte y muy veloz. Tan segura estaba de sí misma, que llegó a afirmar que tomaría como esposo a aquella persona que lograra superarla en una carrera. El que no lo lograba, la muerte le esperaba.

Hipómenes se enamoró de Atalanta y aceptó el reto, pero usó una artimaña para vencer en dicha prueba. El engaño consistió en lanzar por el camino tres manzanas de oro que previamente le había proporcionado la diosa Afrodita -diosa del amor-, detalle que aparece en el cuadro de Guido Reni, y que mostraba la ayuda divina. Hipómenes logró su objetivo y contrajo matrimonio con Atalanta.

La Atalanta de Bérgamo muestra en su escudo el rostro de una mujer y su pelo movido por el viento a causa de la velocidad de la heroína, muy similar a la imagen mostrada en el cuadro de Reni.


La ciudad de Madrid, Cibeles y Atalanta 
La historia de amor entre Atalanta e Hipómenes, surgida del engaño y de la ayuda divina, sumó un nuevo episodio cuando ambos llegaron a un templo para dar rienda a su pasión. Aquella ofensa hizo que fueran castigados y convertidos en sendos leones. Un castigo en forma de condena dictado por la diosa Cibeles, a quien estaba dedicada dicho recinto sagrado.

Estos leones se pueden apreciar en Madrid en varios sitios importantes: flanqueando la entrada del Congreso de los Diputados, aunque estas piezas de bronce son popularmente conocidas como Daoiz y Velarde -héroes madrileños del Madrid de 1808 en el levantamiento contra los franceses-, como a los pies de la estatua de la Diosa Cibeles, la misma fuente donde lleva celebrando el Real Madrid los títulos ante una Atalanta convertida en leona, incapaz de mirar a su antes amado, y ahora también león, Hipómenes.

miércoles, 17 de julio de 2024

Scorpions, 40 años del 'Love At First Sting'

El momento histórico marca el devenir de una persona. El grupo alemán Scorpions siempre será vinculado con la caída del Muro de Berlín y con la consiguiente desaparición del telón de acero, aquella separación que existía entre la Europa occidental, ligada a Estados Unidos y al capitalismo, y la Europa oriental, vinculada a la Unión Soviética y al comunismo. Si bien, la historia de estos germanos es muy anterior, concretamente desde la década de los 60, aunque su éxito tuviera que esperar más años.

Scorpions siempre se ha situado musicalmente entre el hard rock y el heavy metal, como un funambulista que practica y cae a ambos lados para ser sujetado por la red. El éxito de la banda, especialmente en Japón, iba encontrando su reflejo en el resto del planeta durante los años 80, cuando las cifras de ventas de discos ya empezaron a llegar al millón de copias en los Estados Unidos, el escaparate favorito del rock.

 

Los años iban pasando, las polémicas por las portadas iban planeando sobre el grupo y llegan las cuatro patas de la mesa del éxito de Scorpions en ese decenio: 'Animal Magnetism' (1980), 'Blackout' (1982), 'Love At First Sting' (1984) y 'Savage Amusement' (1988). En particular, 'Love At First Sting', con el que se baten todos los registros del grupo, incluyendo en su propio país, donde la fama se había resistido.

Con la excusa del 40º aniversario de 'Love At First Sting', Scorpions ha realizado una gira donde volver a tocar los temas de dicho trabajo, el noveno de su discografía, además de otros clásicos de la banda. Una gira de recuerdos y de repaso a su dilatada trayectoria musical.
 


Scorpions en el Wizink Center de Madrid, 16 de julio de 2024

Hay veces que las modas son pasajeras y otras en las que se convierten en una tendencia porque tienen sentido. Los tours enfocados a un solo disco o a una etapa de un grupo lleva siendo habitual un tiempo. Desde Iron Maiden pasando por W.A.S.P., la nostalgia vende y mucho. A veces demasiado.

Con la excusa de repasar el 'Love At First Sting', Scorpions dibujaba una extensa gira por España con varias paradas, entre ellas el WiZink Center de Madrid. Un país que no es extraño ni para el grupo, que desde 1982 lleva visitándolo, ni para algunos de sus miembros, como es el caso de Rudolf Schenker, guitarrista y fundador de la formación surgida en Hannover.

Phil Campbell and the Bastard Sons, o lo que es lo mismo, el exguitarrista de Motorhead era el encargado de ejercer de telonero de Scorpions. Cumplieron con creces, pese a su corta actuación. Había prisa porque los escorpiones salieran de su nido.

 Una pantalla gigante con animaciones a todo color trataba de robar la mirada del público hacia el quinteto, quienes salieron con una sonrisa de oreja a oreja, como si fueran un grupo de amigos alemanes que han ido a la Costa del Sol a pasar un fin de semana de excesos o de excesiva tranquilidad. 


 Klaus Meine caminaba con pasos cortos y una gran voz. Representaba la tranquilidad del grupo, por otro lado era Rudolf el que mostraba la pasión y la velocidad, correteando por el escenario como un niño en un día de Reyes, mientras Matthias Jabs seguía a veces su estela.

Pese a algún problema con el micrófono, que a veces parecía que estaba más bajo que los instrumentos, el concierto de Scorpions era técnicamente insuperable. El setlist arrancó con Coming Home, Gas In The Tank, Make It Real y la instrumental Coast To Coast, que daba un respiro a Klaus. Después se dio un segundo bloque con I'm Leaving You, Crossfire, Bad Boys Running Wild y Delicate Dance. Los temas se amontonaban a la misma velocidad que caen las piezas del Tetris.


 Si las baladas tuvieras Denominación de Origen, posiblemente Scorpions reclamaría su patente. Porque si en algo han sido reconocidos internacionalmente es por ese lado romántico del grupo, el cual llegó por partida doble. Primero con Send Me An Angel y luego con Wind Of Change. Las luces del móvil, que son las llamas de los mecheros versión 2.0, brillaban con fuerza en el WiZink Center.

Manos apretadas, besos y mirada de complicidad. El Pabellón de la calle Goya parecía una puesta de sol en el horizonte que contaba como público con parejas de enamorados prometiéndose la vida eterna juntos, fundidos en un solo cuerpo como en la portada del álbum de Scorpions. Si son 40 años cuenta como toda una vida.

Wind Of Change es un tema que siempre estará vinculado a un momento histórico, porque nadie mejor que un grupo alemán para explicar las consecuencia sociopolíticas que supusieron la caída del Muro de Berlín (1989) y la inmediata unificación de la Alemania Federal (RFA) y la Alemania Oriental (RDA).

Además, Scorpions había sido un actor activo en este proceso, dado que fue uno de los grupos que había participado en aquel célebre tour de grupos de rock en 1988 en la Unión Soviética, además de las diez noches tocando en Leningrado. Algo impensable anteriormente y que empezaba a ser posible merced a las políticas aperturistas denominadas 'Perestroika' impulsadas por el presidente Gorbachov. Los alemanes no estuvieron solos en aquella 'exótica' aventura a la que se sumaron Bon Jovi, Skid Row, Mötley Crüe, Ozzy Osbourne o Cinderella.

Volviendo al presente, y concretamente a Madrid, la parte final de la actuación se cerraba con Tease Me Please Me, The Same Thrill, New Vision, Blackout y Big City Nights. El grupo alemán, que anteriormente había dado la enhorabuena a España por la Eurocopa en Alemania, se despedía de una audiencia que sabía que quedaban más 'picaduras' de este escorpión, al menos dos más, que pudieron haber aumentado en número, viendo cómo de eufórico se encontraba Mikkey Dee, toda una leyenda en la batería.

El 'heavy metal' se le considera un estilo musical con un extraordinario gusto por las baladas románticas. Si hubiera que hacer una lista, da igual quien la realizara, seguro que incluiría Still Loving You. Posiblemente sea el tema más conocido para el público que no conoce al grupo e incluso sea un tema muy conocido para gente que desconozca de qué grupo es. Un tema que casa muy bien con la portada de este álbum y una canción a la que se debe mucho que el índice de natalidad se haya mantenido, o incrementado, en algunos países.

El cierre final llegaba con Rock You Like A Hurricane, mítico himno usado de forma recurrente en películas y en el deporte. Es un corte que define perfectamente lo que fue el rock duro en esa época. El lema "sexo, drogas y rock and roll" llevado al extremo de manera explícita o de una manera más sutil, con sus metáforas y estrofas con doble sentido, pero siempre rock. Y eso es lo que han ofrecido estos sonrientes germanos que no han venido de vacaciones a España, sino a mostrar lo que fueron y lo que son.

sábado, 13 de julio de 2024

Más de 72 temporadas y dos noches amando a Metallica

A los grupos musicales les pasa como a ciertas personas. Da igual lo que hagan porque ya nos tienen ganado. Metallica pertenece a ese colectivo. Los de San Francisco ya no van a innovar, o al menos en el corto plazo. Aquella explosión de 'thrash metal' hizo que la audiencia y la crítica alabaran en la década de los 80 aquel estilo musical rápido, pesado y contundente, que supuso un punto mayor, si cabe, de agresividad en el 'heavy metal', que ya de por sí era y es potente.

Overkill y Metallica se repartieron esta paternidad, pero Metallica acaparó con los años todos los focos y las portadas de las revistas. De hecho, encabezan actualmente esa etiqueta llamada 'los cuatro grandes del thrash metal' (The Big Four), donde comparten estrellato con Megadeth, Anthrax y Slayer. 

 El éxito de Metallica se debe a sus cinco primeros trabajos: 'Kill'em All' (1983), 'Ride The Lightning' (1984), 'Master Of Puppets' (1986) y '...And Justice For All' (1988). Estos cuatro ases del thrash, junto al álbum negro 'Metallica' (1991), polémico en su momento por ser más comercial, conforman la época dorada del cuarteto. Y es que a partir de entonces las críticas han rodeado cada nuevo disco, aunque sus giras siguieran en auge y tuvieran la misma, o más, repercusión.

Metallica se basa en James Hetfield, voz y guitarra, y Lars Ulrich, batería, como sus dos pilares. Ambos fundaron en California a este mito vivo del rock. En la travesía han contado con distintos compañeros de viaje: desde Dave Mustaine, quien posteriormente a su marcha fundaría Megadeth, pasando por el malogrado bajista Cliff Burton, quien falleció en un trágico accidente, pasando por Jason Newsted. Una nómina de renombre hasta dar con Robert Trujillo, quien se ha asentado junto a Hetfield, Ulrich y Kirk Hammet, quien lleva tantos años en el cuarteto que parece que lo hiciera desde el principio.

Esta es la familia de Metallica, que al final es como ese viejo amigo de toda la vida al que le perdonas todo, o casi todo. Compartiste esa época más radical y alocada propia de la juventud, luego pasó por un momento más oscuro, e incluso tuvo algún desvarío. Al final se ha establecido y hasta se ha aburguesado, perdiendo la inocencia y el descaro, pero sus conversaciones te siguen encandilando. Sigue siendo él. Ha cambiado, pero permanece la esencia. 

Metallica Metropolitano Madrid

Metallica, Architects y Mammoth WVH en el Metropolitano de Madrid, 12 de julio de 2024. Primera noche.

Pese a tener una dilatada carrera profesional, Metallica no es de las bandas que hayan sido tan habituales en Madrid. Atrás queda su primera descarga en la capital, en un lejano 1987 y en un desaparecido Pabellón del Real Madrid, donde los blancos jugaban al baloncesto y ahora hay cinco inmensas torres, una metáfora muy baloncestística. El tiempo pasa para todos, también para Metallica. No en vano, esta es la segunda vez que tocaban en el Metropolitano, solo que en 1996 era conocido popularmente el recinto como 'La Peineta' y el Atlético de Madrid no lo tenía como principal hogar deportivo. Tempus fugit.

Con el pretexto de presentar el undécimo disco de estudio, llamado '72 Seasons' (2023), los cuatro jinetes volvían a España con un formato novedoso: dos conciertos en una única ciudad, con repertorios distintos, y desiguales al de otras citas del tour, además de contar con teloneros diferentes. Más no se podía pedir.

Otra de las novedades, a medias, era el escenario, con una forma circular que dejaba en el centro un lugar para los privilegiados, emulando el célebre foso y exclusivo 'Snake Pit', aunque este fuera más estrecho y con forma de pentágono. Un círculo amplio que permitía una gran visibilidad desde muchos puntos de la pista y del graderío. Un gran acierto.

Alrededor se situaban ocho torres que parecían los clásicos depósitos de agua neoyorquinos. Estas torres, además de tener robot de luces, servían de pantallas y estaban decoradas con la silueta de los principales edificios madrileños, como la Torre Picasso, las Torres KIO o el icónico Pirulí de Torrespaña.

El sol castigaba con justicia a los aventureros que querían poblar el perímetro del escenario circular. Hubo que esperar a las 18:30 para que apareciera Mammoth WVH, el grupo del hijo del legendario Eddie Van Halen. Los norteamericanos dejaron huella con su hard rock con mucho estilo. 

El siguiente en aparecer era Architects, grupo británico de Brighton que practican un metalcore que bebe mucho de Korn, Linkin' Park y BMTH, unas veces melódicos y otras perturbando con la voz gutural. El cantante, Sam Carter, sorprendió luciendo la equipación retro de España en la Eurocopa de 1996. La sorpresa vino cuando mostró que debajo llevaba la camiseta de Inglaterra.

Pocos minutos después, el silencio se adueñó para dar paso a la pieza del éxtasis del oro del compositor Ennio Morricone, The Ecstasy Of Gold, de la película 'El Bueno, el Feo y el Malo', dirigida por Sergio Leone e interpretada por Clint Eastwood, y cuya escena final está curiosamente rodada en la provincia de Burgos, recreando un cementerio figurado bajo el nombre de 'Sad Hill', que servía de inicio para el inicio del concierto de Metallica en Madrid. Un recurso habitual en un gira atípica.

El espectáculo arrancó explosivo, marca de la casa, muy de vieja escuela. Creeping Death y Harvester Of Sorrow dejaron el listón demasiado alto. El grupo comenzó a desgranar temas de su discografía, algunos pocos habituales en el pasado y más habituales en el presente. También había tiempo para lucir el '72 Seasons' con el tema homónimo. James Hetfield, Lars Ulrich, Kirk Hammett y Robert Trujillo, tratando de chapurrear castellano, se divertían. Hasta improvisaron Kirk y Robert un extraño dueto instrumental bajo el nombre de 'Sangría Brain'. La noche era perfecta, el repertorio algo menos.

Repertorio de Metallica en Madrid, 12 de julio
Repertorio de Metallica en Madrid, 12 de julio, via setlist.fm

The Day That Never Comes fue el punto de inflexión. La química con el público estaba siendo buena, pero faltaba una comunión total y fue tras la instrumental Orion cuando la carrera no iba a tener final. Como si fuera el cuadro de la 'Noche estrellada' de Van Gogh, miles de luces de móviles se multiplicaron entre los fans para saludar a la sensible Nothing Else Matters donde James trataba de lucirse. Un pequeño paréntesis para esta locomotora que iba desbocada y a gran velocidad, al ritmo que imponía un entregado Lars desde el kit de batería.

Sad But True siguió la línea más clásica y moderada, porque el tramo final iba a ser una locura colectiva formada por Battery, Fuel y Seek & Destroy. Balones gigantes con el logo del grupo caían del cielo para ser jugados en la arena, como niños en un parque de bolas. Miles de personas se sumían en distintos pogos donde todo el mundo saltaba y se entremezclaba. Sudor, alegría y aquel tema del CD de algún adolescente, ya convertido en adulto, que no paraba de sonar en su día y que hoy atronaba por los amplificadores. El verano había llegado al Metropolitano y se estaba rodando un anuncio improvisado de Estrella Damm.


 Cuando parecía que no se podía detener más el tiempo, o retrocederlo, es cuando las manijas del reloj estallaban y Master Of Puppets reinaba en este adorable caos. El histórico himno de Metallica de 1986, que sedujo a la generación pasada y que se ha colado en las listas de Spotify de nuevos oyentes, algunos no vinculadas al mundo del rock, por su aparición en la popular serie ‘Stranger Things’. Un punto final mágico acorde a un grupo de leyenda, quien guarda un hermoso idilio con Madrid, aunque no vengan tanto como parece. Se lo perdonaremos.

Metallica, Ice Nine Kills y Five Finger Death Punch en el Metropolitano de Madrid, 14 de julio de 2024. Segunda noche.

Abrieron la jornada dominical los bostonianos Ice Nine Kills, quienes mostraron un metalcore pegadizo al que le añaden constantes referencias cinematográficas, casi teatrales, como si se tratara del catálogo de un viejo videoclub. Versiones particulares de ‘American Psycho’, a través del tema Hip To Be Scared que transforma al cantante Spencer Charnas en Patrick Bateman, ‘Cementerio de Animales’, 'La matanza de Texas' ‘Viernes 13’, ‘Pesadilla en Elm Street’, ‘IT’, ‘El Silencio de los corderos’ o la primera parte del ‘Resident Evil’, donde una actriz emulaba sobre las tablas a Milla Jovovich en su lucha contra los afectados por el Virus-T. Homenajes al séptimo arte con mucha clase. Los estadounidenses convirtieron el feudo rojiblanco en un divertido pasaje del terror. Un show muy entretenido tanto en lo musical como en lo escenográfico. 


Five Finger Death Punch tiene un estilo personal pero a la vez influencias variadas. Se pueden ver trazas de Rob Zombie, Pantera, principalmente, incluso a Faith No More, en la voz y el estilo de Mike Patton, o también de Iron Maiden en sus melodías, pero con un resultado final más vanguardista, como si fueran una versión nu metal 2.0 y groove 1.5. Son de Las Vegas y son una apuesta segura. Tenían que caldear el ambiente y la temperatura subió muchos enteros. No en vano, su cantante se dedicó a rociar con agua las primeras filas, como un bombero sin manguera.

Dicen que las segundas partes no son mejores que las primeras, para desdecir esta sentencia está 'El Padrino', que abarca más y es más completa, 'Terminator', que es más espectacular que la primera entrega, 'Regreso al Futuro', donde añaden un giro de tuerca más a la historia, o 'El Señor De los Anillos', donde rebosa más magia su secuela. Algo parecido pasaba con el arranque del segundo día de Metallica en Madrid, con un setlist más apabullante, completo, espectacular, ingenioso y fascinante. 

  Como si fuera el Día de la Marmota, aunque el calendario no se hubiera detenido en un 2 de febrero, Metallica subía al mismo escenario del otro día, en el mismo estadio y tras haber escuchado el ‘Éxtasis del Oro’ del genio Morricone. Otro día más en la oficina ante un público igual pero algo distinto, e igualmente receptivo. 

Sin más presentaciones, Whiplash saltaba al césped madrileño junto a For Whom The Bell Tolls. Coincidiendo con los 100 años Hemingway y justo cuando en Pamplona se celebran los Sanfermines, su memoria volvía a ser evocada con este tema, cuya letra está inspirada en la obra homónima de Hemingway, la cual versa sobre la experiencia personal del escritor como reportero en la guerra civil en España.

 No había tiempo para respirar, la siguiente bocanada de aire era a través de Ride The Lightning, The Memory Remains y Lux Aeterna. Curiosamente, los denominados como cuatro hombres de negro, han optado por un amarillo chillón para identificar su último CD. Un color llamativo que dejaba pinceladas alegres en la grada y el escenario. Este último trabajo, ’72 Seasons', que no se puede decir que sea malo, ni tampoco que sea bueno, no nos engañemos; es un álbum con algún detalle y momento de brillantez, pero al que le falta continuidad y algo de alma. Es como ese delantero que no tiene mal disparo, pero que no te firma más de 10 goles por temporada; cumple, pero no satisface.

Hablando de goles, los tantos de la selección española en Berlín ante Inglaterra surgían primero como un rumor y luego como una noticia entre algunos de los asistentes que lograban algo de cobertura. Un bien tan preciado en esta noche como el whisky durante la Ley Seca.

Volviendo a la música, los clásicos se alternaban con los nuevos y los más recientes con los de siempre. Un carrusel del que era difícil salir. The Call Of Ktulu se entremezclaba con Welcome Home (Sanitarium) y Wherever I May Roam, casi nada. El valhalla de los sonidos.

 También había tiempo para la improvisación y la sorpresa, propia de los magos y de Metallica cuando toca en directo. Kirk Hammett y Robert Trujillo hicieron su particular homenaje a España interpretando el Bienvenidos de Miguel Ríos.

The Unforgiven es ese tema tan elegante que tendría que estar expuesta en un museo y exhibida en una urna de cristal. La oscuridad de las gradas perdía por instantes su anonimato con la aparición de las luces de los móviles, quienes asomaban al exterior como luciérnagas en un ritual de apareamiento. Mientras el resto de cámaras trataban de guardar para la posteridad esta bonita estampa.

Inamorata dio paso a la parte más inflamable del concierto, cuando las llamaradas parecían atrapar a los cuatro jinetes mientras interpretaban Fight Fire With Fire y Moth Into Flame. Mucha tralla. Potencia al límite.

Dicen que siempre hay que quedarse con hambre para el segundo plato y el postre. También en los conciertos hay que dejar energías para las despedidas. One es única, es un bello y angustioso canto antibelicista. Se basa en la cinta ‘Johnny cogió su fusil’, en ese sufrimiento de una persona seriamente mutilada que se ve atrapada en su propio cuerpo devastado. Una cárcel de huesos y carne que no le deja salir. Los riffs de guitarra sonaban como ráfagas desde un nido de ametralladoras, con James dejándose la voz en cada estrofa.

Mientras los goles regresaban por un momento a un Metropolitano donde no había fútbol pero donde siempre se respira fútbol, máxime si España se estaba jugando a la vez ser campeona de Europa. El tanto de Oyarzabal devolvió el protagonismo al balón. Más alegría para una noche desbordante. La vida podría ser tener cada dos días a Metallica tocando en la capital, pero desgraciadamente la vida tiene otros planes, generalmente más aburridos.

Para terminar, una pesadilla convertida en la canción soñada para muchos. Porque la idea de Enter Sandman parte de una nana tarareada a los niños. A unos niños que ya son adultos y que ya no creen en monstruos que salen del armario, pero que siguen amando muchas temporadas después a esos ídolos que estaban en sus paredes en forma de póster. Esos ojos que eran los últimos que te miraban al dormir. Buenas noches, Metallica; somos campeones de Europa y vosotros del mundo del rock.